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Jorge Valín

Contabilidad creativa incentivada por el Estado

En el libre mercado las empresas privadas no necesitan hacer “contabilidad creativa” para pagar menos impuestos ya que, en una economía totalmente libre, los impuestos no existen

En el año 2002 el estado empezó a planificar la introducción de un nuevo sistema de contabilidad financiera, las Normas Internacionales de Contabilidad (NIC), que se establecerían para las empresas cotizadas en Bolsa a partir del 1 enero de 2005. La misión de los “expertos” era doble. Por una parte conseguir la armonización contable con el resto de países de la Unión, y por otra, “mejorar” y “actualizar” la normativa contable de España. Ya estamos en el 2005 y las empresas que cotizan en Bolsa se han adaptado a la nueva contabilidad.
 
Las sociedades que componen el Ibex 35, según las NIC, han obtenido una cifra récord en beneficios durante el primer trimestre. Han consiguiendo un sustancioso crecimiento del 38% respecto al mismo período de 2004 (queda excluida Inditex porque tiene un ejercicio fiscal diferente). Sólo NH Hoteles, Iberia y Sogecable han tenido resultados negativos.
 
¿Significa esto que las empresas españolas se han vuelto, por arte de magia, más rentables, más eficientes y mejores? Evidentemente que no. Sus resultados son el corolario de un sistema contable impuesto por el estado basado en la irresponsabilidad.
 
Una de las bases de la contabilidad es el principio de prudencia donde los beneficios sólo se contabilizan cuando son firmes, y las pérdidas cuando son previsibles y se pueden cuantificar. Este principio básico, que garantiza la confianza del inversor, se ha abandonado para introducir el engañoso concepto de “valor razonable” (fair value). El “valor razonable”, para las NIC, es la contabilización a valor de mercado de una serie de instrumentos financieros que posee la empresa.
 
¿Qué tipos de instrumentos financieros? Los “expertos” han decretado que algunos de ellos han de ser, por ejemplo, los derivados (como pueden ser las stock options de hace unos años). Los derivados, para lo que ahora nos interesa, son instrumentos muy volátiles que en según qué tipo de empresas (especialmente financieras) su contabilización a valor de mercado pueden hacer aumentar o disminuir significativamente sus cuentas finales: con las NIC los resultados empresariales ya no serán una radiografía de la salud de la empresa, sino una esperpéntica caricatura.
 
Si “modernidad” y “adaptación a la nueva economía” significa para el gobierno inflar los estados financieros de las empresas y mostrar una imagen irreal de la salud de éstas, las NIC son de lo más moderno que nunca ha creado el gobierno. Y es que, como siempre, los gobiernos se han gastado y han obligado a gastar a las empresas privadas una enorme cantidad de dinero para crear un auténtico monstruo.
 
¿Tenemos algún ejemplo pasado del posible daño que ha creado este tipo de contabilidad? Sí. Ya hace años que se aplica en Estados Unidos, y ha generado casos como los de Enron, WorldCom o Vivendi–Universal.
 
En el libre mercado las empresas privadas no necesitan hacer “contabilidad creativa” para pagar menos impuestos ya que, en una economía totalmente libre, los impuestos no existen. En una economía libre tampoco existen sistemas contables por ley que benefician a unos, perjudican a otros, o exageran los resultados tanto negativos como positivos según en el punto del ciclo económico en que estemos.
 
En una economía libre, donde los ciclos económicos no existen, la rentabilidad para el accionista es real con beneficios reales y cuentas transparentes. La complejidad de sistemas contables que pocos entendemos nace de la extrema regulación gubernamental y del apetito voraz del estado omnipotente.
 
No nos extrañe ver en unos años casos como los de Enron aquí y en Europa. La culpa no será del Capitalismo ni del libre mercado, sino de un sistema de contabilización perverso que el estado ha impuesto por mandato obligatorio y que sólo incentivará la desconfianza del inversor, inestabilidad financiera y las crisis económicas.

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