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Juan Carlos Girauta

Ejpaña no ej madrajtra, ej madre

Ahora Bono ha empatado por fin con Zapatero en la lista de notas del CIS. Se va a crecer. Y va a volcarse en su especialidad, lo que puede no estar mal: Ejpaña no ej madrajtra. Ejpaña por aquí, Ejpaña por allá

Acabo de oír a Javier Somalo reproducir esta impresionante frase, con todas sus jotas y, como no podía ser de otro modo, se me ha aparecido José Bono en todo su esplendor. Algún día todo el mundo hablará como Bono porque el ministro de defensa, con tanto futuro a sus espaldas y tanto pasado por delante, se remueve incansable en busca del liderazgo que debió ocupar, el lugar que aún no entiende cómo se le hurtó, el trono que un joven por el que nadie daba un duro le arrebató.
 
Bono persigue con movimientos sinuosos de sierpe o aleteos de mosca de la luz, según su estado de ánimo, el cumplimiento de un destino esquivo. Él era el candidato de González, como el propio ex presidente le soltó sin miramientos al okupa cuando aún tenía algún ascendiente sobre el aparato. En esa época todos le tosían al pobre ZP; su secretaría general no impresionaba mucho. Se trataba de un engorro, claro, pero un engorro provisional. Estaba ahí, creían, aupado por una coyuntura adversa, un repliegue del partido, un tomarse un respiro la gente seria, y también por las deslealtades de algunos.
 
Maragall, con ese savoir faire que tantas satisfacciones le ha dado y que tan popular le ha hecho en Israel y en Salamanca, le gritó en un mitin: ¡Zapatero, a tus zapatos! Textual. El hombre, que aún no se llamaba ZP, asentía, sonreía azorado. Se debía estar acordando del abuelo poeta. Maragall a tus maragalladas, pensó quizá el ninguneado, hechizando al president de modo que, quisiera o no, ya no podría dejar de comportarse como su caricatura. Pero entonces asintió, sonrió. Al fin y al cabo, don Pasqual lo había colocado en la silla que esperaba a Bono. Don Pasqual y los balbases, porque el desgarbado de ojos zarcos fue un Rómulo amamantado por varias lobas.
 
La onda expansiva del 11-M llevó al ninguneado a la Moncloa y la antología del disparate tomó el Boletín Oficial del Estado. Con la imprudente arrogancia de los primerizos encantados de conocerse, ZP, de entrada, se puso El Mundo por montera. Trastornó la política exterior, le pegó un decretazo a la educación y otro al Plan Hidrológico, le buscaron un sastre, lo peinaron a la romana y en un prodigio fonético convirtió en esdrújulas todas las palabras del diccionario, incluyendo los monosílabos y no pocos silencios. Y se puso cómodo.
 
Bono, convertido en ministro de su contrincante, decidió aprovechar todo lo que tenía a mano, que no es poco, para brillar. Los ministros de defensa suelen pasar desapercibidos. O percibidos contra su voluntad. No es el caso. Ahora Bono ha empatado por fin con Zapatero en la lista de notas del CIS. Se va a crecer. Y va a volcarse en su especialidad, lo que puede no estar mal:Ejpaña no ej madrajtra. Ejpaña por aquí, Ejpaña por allá. Bueno.

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