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Amando de Miguel

Cuestiones polémicas

Fernando de Vicente sentencia que el razonamiento sobre la función social de la delincuencia “le parece una chorrada”. Supongo que también le parecerá una tontería que en la moral cristiana se insista tanto en el pecado para reafirmar la fe de los creyentes. Recuerde que en el Ave María se dice “nosotros, los pecadores” y no “nosotros, los fieles”. Tanto los diez Mandamientos de Moisés como los siete Pecados Capitales destacan las posibles ofensas a la divinidad o los daños al prójimo. El lado negativo, la conculcación de la norma, sirve para dar sentido al cuerpo de los creyentes. Insisto en que, si una norma se cumpliera al ciento por ciento, dejaría de ser norma. Por ejemplo, respirar o pestañear. Las normas penales tienen sentido porque hay delincuentes. Sin ir más lejos, esa seccioncilla trata de que pensemos sobre nuestro idioma principalmente a través de los asaltos que recibe. De ese modo iremos mejorando el habla y la escritura, gozaremos con las palabras. Pero en fin, si todo esto le sigue pareciendo una chorrada a don Fernando, con dejar de leerme, todo arreglado.
 
Lorenzo Martínez Gómez corrige mi apreciación de que el cociente intelectual (CI) por encima de 100 significa que se entra en la categoría de “superdotados”. El correcto significado es que “la mitad de la población tendrá un CI inferior a 100 y la otra mitad lo tendrá superior a 100… Entre 80 y 120 se sitúa la población normal, y para ser superdotado, el CI debe ser superior a 140 ó 145”. Muy bien observado. Tengo que hacer lo que yo llamo “lexianálisis”. ¿Por qué me he equivocado en algo tan elemental como definir el CI a partir de una curva normal? Está claro. Tengo grandes dudas sobre la fiabilidad y la validez del CI. Ni se mide bien y lo que mide no sirve para mucho. Es evidente que hay muchas personas muy inteligentes que no sabrían rellenar una prueba para medir el CI. La inteligencia no es un concepto único, unívoco. Hay varias clases de inteligencia, es decir, varios modos de entender la realidad y de adaptarse a ella. Es imposible que todas ellas se puedan introducir en una prueba de conocimiento de palabras, de cálculo, de lógica, de percepción espacial. Por fortuna, la inteligencia es algo más amplio y valioso, de momento inconmensurable.
 
José Antonio García Mazorra (y no Mazurca, como aparece alguna vez) se plantea el extraño sentido de amovible. No es lo que parece (inmóvil) sino “de quita y pon”. Así es. Se explica por el origen del verbo amovere (= remover, apartar, separar).
 
Don José Antonio no está de acuerdo con la crítica que aquí se hacía a la expresión “dar un giro de 360º”, por parecer absurda. Él no la ve así. Sostiene que “si damos un giro de 360º, damos media vuelta, es decir, invertimos el sentido de la marcha”. No lo entiendo muy bien. A mi modo de ver, la media vuelta, para invertir el sentido de la marcha, sería girar 180º. Los 360º equivaldrían a dar una vuelta completa para seguir marchando como antes. En la instrucción militar de orden cerrado tienen lógica las voces de “izquierda”, “derecha” y “media vuelta”, pero no existe la “vuelta completa”. Equivaldría a quedarse como está.
 
Jean Desvars (Concepción, Paraguay) matiza que el “salto cuántico” no es tanto lo infinitamente pequeño como lo que viene en racimos, discretamente. Añado que esos “saltos discretos” no dejan de ser muy diminutos. Lo digo porque la versión popular es que el “salto cuántico” resulta enorme.
 
José Antonio González Carcacía (Estado Miranda, Venezuela) me apunta una definición de desarrollo sostenible como el que “mantiene el potencial de uso de los recursos naturales”. Me sigue pareciendo un término inadecuado (mal adaptado del inglés) para una realidad insuficiente. Toda la vida de Dios el desarrollo sin más ha significado no agotar los recursos naturales. Pero no solo se exige esa condición. El desarrollo tiene que velar asimismo porque no se agoten o se malgasten los recursos de capital y los recursos humanos. Más aún, el desarrollo debe tratar de conservar y realzar el patrimonio cultural, histórico, artístico. La razón es que, de otra forma, no se asegura bien el crecimiento futuro. Pero para cumplir esa función la voz sostenible (traída del inglés) no vale mucho. Es mejor desarrollo duradero o perdurable, o simplemente desarrollo sin más, pues, si no perdura, no es auténtico desarrollo. En la realidad de las cosas “desarrollo sostenible” significa que el Estado o las empresas ayuden a los grupos ecologistas en sus pretensiones por encima de cualquier otra consideración. Así pues, el “desarrollo sostenible” es realmente “sostener” o “sustentar” a los ecologistas.

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