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Juan Manuel Rodríguez

Jacques Rogge, el admirador de "l'Académie"

"A l'immortalité", reza el lema de la Academia Francesa que tanto admira el presidente del COI. Yo soy menos grandilocuente. Ya me conformaría con que llegáramos vivitos y coleando al 6-J sin que Carod Rovira volviera a apuñalarnos "par derrière"

Hoy he estado charlando largo y tendido con el director general de Madrid 2012. Antonio Fernández Aremany estudió en el CEU, y he de reconocer que eso imprime carácter. Aremany sabe perfectamente lo que se trae entre manos y habla con conocimiento de causa; es un hombre joven y brillante, la persona en la que se ha apoyado Feliciano Mayoral. Este lunes lo inicié ciertamente escéptico en cuanto a las posibilidades reales de la candidatura española en Singapur, y llegaré al martes igual de escéptico pero habiendo conocido a un profesional serio y que estoy seguro de que hará todo lo posible para imponer nuestro "lobby amable" el próximo 6 de julio.
 
Mi problema es que no me fío. No me fío un pelo. No me fío un pelé. En declaraciones a Le Monde, Jacques Rogge ha augurado "poca diferencia en la votación final", si acaso "media docena de votos" de ventaja para el ganador. Y sigo manteniendo que el famoso informe no vinculante hecho público por la Comisión de Evaluación (aquel que calificaba a París y Londres como candidatas de "muy alta calidad", y a Madrid de "alta calidad") vinculará al final mucho más de lo que reconocen oficialmente en el COI. De hecho, al referirse al lenguaje empleado por los comisionados, Rogge dice que sus palabras están cuidadosamente elegidas y que sus reuniones se asemejan "a las de la Academia Francesa por su selección de la semántica y los matices"... ¡Oh, la, la!... No hace falta frotar demasiado para que, al final, el "francófono" que Jacques Rogge lleva dentro salga a flote.
 
Fue precisamente el cardenal Richelieu quien, allá por 1634, fundó la tan cacareada Academia Francesa. Armand Jean du Plessis, hijo del duque de Richelieu, llegó a decir lo siguiente: "Una vez que he tomado una determinación, voy directo a mi objetivo, si es preciso lo derribo y lo siego todo, y luego cubro el resultado con mi roja sotana". Está visto que el cardenal nunca habría formado parte de nuestro entrañable "lobby amable". "A l'immortalité", reza el lema de la Academia Francesa que tanto admira el presidente del COI. Yo soy menos grandilocuente. Ya me conformaría con que llegáramos vivitos y coleando al 6-J sin que Carod Rovira volviera a apuñalarnos "par derrière".

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