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EDITORIAL

Milá pone en evidencia el desconcierto de la izquierda

Es inaceptable que Lorenzo Milá siga al frente del Telediario después de comparar con una banda terrorista a un partido con más de medio millón de afiliados, casi diez millones de votantes, miles de ayuntamientos, varias comunidades autónomas, 148 escaños

No ha hecho falta más. Dos manifestaciones y los nervios han empezado a aflorar por doquier en el Gobierno y en su entorno ideológico-mediático. Apenas sin tiempo para digerir el millón de personas que se congregó en el centro de Madrid el 4 de junio, los mandarines socialistas y su leal cohorte de medios afines se han atragantado con los cien mil de Salamanca. Las convocatorias, además de multitudinarias, fueron ambas un ejemplo de civismo y urbanidad. En ninguna de las dos; ni en la ciudad del Tormes ni en la del Manzanares, se registró un solo altercado, una sola pintada o una simple amenaza. Muy lejos, como puede apreciarse, de aquellas baraúndas del “No a la Guerra” y del “Nunca Mais” que solían terminar con lunas rotas, paredes pintadas y el asalto a la sede del PP correspondiente.
 
La izquierda, que había previsto la irrupción de la extrema derecha para esta ocasión, se ha quedado con un palmo de narices. Los cientos de miles de ciudadanos de toda España que, en las últimas dos semanas, se han echado a la calle exigiendo justicia y respeto no han cumplido con el papel que los estrategas de Zapatero les habían adjudicado. Y eso, naturalmente, fastidia. Y mucho. Carod, por ejemplo, se ha agarrado a una solitaria pancarta en la que, según él, se le amenazaba de muerte y ha puesto el grito en el cielo anunciando querellas a diestro y siniestro. Flaca memoria la del republicano cuando no hace tanto tiempo eran los cachorros de la Esquerra los que empapelaban Cataluña tachando a los populares de “asesinos”.
 
En este ambiente de desconcierto, en el que la necesaria consigna no ha llegado a tiempo, algunos han sido víctimas del desbarajuste. Lorenzo Milá, presentador estrella de la segunda edición del Telediario, tuvo un patinazo de envergadura hace dos días en un chat con los internautas de la edición electrónica de El Mundo. A la pregunta de un participante sobre las manifestaciones respondió:
 
“[...] en el PP han descubierto lo que otros partidos, sobre todo la ilegalizada Herri Batasuna, practica desde hace mucho tiempo: autobús y bocadillo para todos de forma que en cada convocatoria, aunque no sea relevante, están todos y hacen mucho ruido. A mi siempre me parece muy bien que la gente diga lo que quiera, siempre que mantenga las reglas del respeto personal.[...]”
 
Dejando a un lado el hecho de que Batasuna es ETA, la respuesta de Milá es, en resumen, un compendio casi perfecto del lugar que ocupa el partido político más grande de España en la mentalidad progresista de la que el periodista de TVE es uno de sus abanderados más insignes. El PP es, según estas palabras, un partido como Batasuna, una organización al margen del sistema que financia a sus afiliados el transporte y la comida para que hagan bulto en convocatorias que, por supuesto, no son relevantes. Insulto sobre insulto, descalificación sobre descalificación, infamia sobre infamia. A pesar de que, gracias a la cobertura queLibertad Digitaldio a la noticia todo el día de ayer, Milá hubo de desdecirse precipitadamente, tal es la afrenta que debería dejar de inmediato de presentar un telediario que se mantiene con el dinero de todos. Si bien se agradecen, no sirven de gran cosa las disculpas en un profesional que todas las noches cuenta las noticias para el país entero desde la cadena pública. Es inaceptable que Lorenzo Milá siga al frente del Telediario después de comparar con una banda terrorista a un partido con más de medio millón de afiliados, casi diez millones de votantes, miles de ayuntamientos, varias comunidades autónomas, 148 escaños en el Congreso y más senadores que cualquier otro partido. No es de recibo, y ha de responder por ello.

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