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EDITORIAL

Alianza de Civilizaciones, la farsa se destapa

todo el tinglado puede quedarse en una inmensa farsa dedicada a la gloria personal de Zapatero. Es posible que esa fuera la intención primera del presidente, el resto será simple propaganda

El Gobierno ya está con los preparativos de la primera cumbre de la Alianza de Civilizaciones, la propuesta estrella de Zapatero en su funámbula y a ratos ridícula política exterior. La iniciativa cuenta con el apoyo de países como Jordania, Egipto, Turquía, Indonesia o Tanzania, de la Liga Árabe y, como no, de la ONU. La idea de Moratinos es que la cumbre se celebre en Madrid, quizá para tapar en lo posible el que la Constitución Europea no se firmase en esta ciudad, o quizá porque Zapatero quiera jugar en casa a ser el gran líder de la comunidad internacional que nunca será. El presidente ha dado muestras sobradas a lo largo del último año y medio de tener las dotes mermadas en lo que a diplomacia se refiere. Ha dilapidado el excelente capital y la soberbia credibilidad exterior que le legó Aznar y, en cuanto a ideas, casi todas las que pueblan su cabeza en cuestiones exteriores son equivocadas. La más palmaria demostración de esto es que ni un solo país europeo se ha apuntado a lo de la Alianza de Civilizaciones, y no porque Europa esté ayuna de políticos proclives a la demagogia barata, sino porque el proyecto en sí es tan poco serio que no hay por donde cogerlo.
 
El resultado final de tanta majadería y tanto tercermundismo aplicado a la cosa pública en un país presuntamente normal no podía ser otro que la conferencia que el pasado jueves pronunció el ex embajador Máximo Cajal en la Universidad Complutense. Dijo el diplomático de adscripción socialista que el siguiente paso en el proyecto de la alianza de Civilizaciones es someter a examen los manuales escolares para acomodarlos al nuevo paradigma internacional. Un paradigma que, curiosamente, no es siquiera un invento original de Zapatero sino que hunde sus raíces “filosóficas” en una propuesta que hizo Mohamed Jatami, presidente de la teocracia iraní, allá por 1997.
 
Junto a esto, es decir, junto a la modificación a instancias de la ONU de los contenidos de los libros de texto, Cajal se explayó comparando a la cadena qatarí Al Yazira con la norteamericana Fox. Tal comparación, que en principio puede parecer ingenua, pone en el lugar que le corresponde a un diplomático que hace menos de dos años pidió en un libro que España “devolviese” a Marruecos las ciudades de Ceuta y Melilla y a Portugal el municipio pacense de Olivenza. No se sabe de ningún periodista de la Fox que haya sido detenido por colaborar con terroristas. De Al Yazira no se puede decir lo mismo. En noviembre del pasado año Taysir Alony, reportero de Al Yazira en España, fue arrestado por aportar fondos a los miembros de Al Qaeda en Afganistán. Con estos antecedentes inmediatos es normal que se hable mucho de Al Yazira y poco de la Fox, aunque a Cajal le sorprenda.
 
Con estos mimbres pretende Zapatero construir su fantasiosa Alianza de Civilizaciones. El grupo de países que la ha apoyado explícitamente es pequeño y, en su mayoría, son naciones insignificantes y sin peso en el panorama internacional. El padrino de la misma es, además, la controvertida ONU de Kofi Annan, envuelta en escándalos de todo tipo y que espera una reforma en profundidad para adaptarse a los tiempos que corren. Si a esto le sumamos que el representante y hombre de Zapatero en la Alianza es un personaje como Máximo Cajal, un diplomático sectario y con ideas más que discutibles sobre la integridad territorial de España, todo el tinglado puede quedarse en una inmensa farsa dedicada a la gloria personal de Zapatero. Es posible que esa fuera la intención primera del presidente, el resto será simple propaganda.

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