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Ignacio Villa

Talante y calaña

Pero, especialmente, lo que no se ha escuchado es ninguna acusación hacia el Gobierno de Blair. Todo el mundo entiende que los datos sean confusos, que las cifras bailen y que se especule sobre las posibles autorías.

Mañana trepidante en el mundo entero, después de saltar la noticia sobre una cadena de explosiones sucesivas en Londres. Estas explosiones que poco después se confirmaban como atentados terroristas coincidían con el inicio de la reunión del G-8 en Escocia y con la nominación de Londres como capital olímpica para el 2012.
 
Este comentario se escribe pocas horas después de los atentados; de hecho la cifras de fallecidos, de heridos e incluso de explosiones están bailando en las fuentes oficiales del Gobierno, de la policía y de los distintos medios de comunicación británicos. En fin, lo habitual en un momento de desconcierto como es este.
 
Hasta aquí como digo lo normal después de un golpe terrorista de estas características. Una ofensiva que parece puede ser similar a la vivida en Nueva York y en Madrid recientemente. Pero no todo es igual,  ni muchísimo menos. ¿Cuál es la diferencia? La oposición. Y no es poca diferencia. En el Reino Unido, los conservadores ahora en la oposición se han puesto a las órdenes del Gobierno en una sesión de urgencia en la Cámara de los Comunes. No hay manifestaciones, no hay mensajes de móvil, no hay insidias. Pero, especialmente, lo que no se ha escuchado es ninguna acusación hacia el Gobierno de Blair. Todo el mundo entiende que los datos sean confusos, que las cifras bailen y que se especule sobre las posibles autorías.
 
Durante gran parte de la mañana, los datos ofrecidos por el Gobierno y por la Policía han sido diferentes, no han coincidido. Todo el mundo lo ha entendido. Nadie ha puesto pegas, ni nadie ha llamado mentiroso al Gobierno de Blair. Esas son las diferencias respecto al 11 de marzo.
 
Y esa es la verdadera desgracia que sufrimos en España por este partido que está en el Gobierno. Mire usted por donde han tenido que ocurrir estos atentados en Londres para dejar a Zapatero en su sitio. Que no es el del talante, sino el de la calaña.

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