La ministra de fomento, con la asistencia del presidente del gobierno, ha presentado un plan de construcción de infraestructuras de más de 248.000 millones de euros en 15 años; no se ha producido ninguna reacción. Es posible que sea un auténtico proyecto seriamente trabajado, pero la ausencia de detalles lo hace sospechoso. Por otra parte, lo precipitado de la presentación parece indicar que se intenta desviar la atención de la opinión pública del fiasco de los juegos olímpicos para 2012. No hay referencias a la financiación, lo que parece lógico, pues la falta de acuerdos en la Unión Europea para el presupuesto de los años 2007-2023 nos priva de datos fundamentales.
En cualquier caso, y a menos que el gobierno despilfarre los enormes ingresos fiscales que está logrando, con fondos europeos o sin ellos, no debería haber ningún problema para financiar ese volumen de inversión en un periodo de 15 años.
Aunque lo llamativo es el desinterés de propios y ajenos por tal plan, probablemente no discutido ni consensuado con las autonomías; excepto, quizás, lo que corresponda a Cataluña. Nada nos llama ya la atención de un presidente del gobierno que durante su estancia en Singapur no se entrevistó con ningún miembro del Comité Olímpico Internacional –al menos que se sepa–, pero que tuvo tiempo de visitar el muy ecológico parque botánico de la ciudad-estado. Por su parte, Blair, dicen que se entrevistó, para desesperación de los representantes madrileños, con cerca de 60 miembros de dicho Comité. Es posible que todo estuviera decidido de antemano, pero el esfuerzo personal era de rigor. Con esos antecedentes, que se suman a otros episodios de desinterés por el bien común, por frivolidad o cansancio, no es de extrañar que nadie se tome en serio el plan. Sobre todo por la presencia de Rodríguez Zapatero.
