Alto y claro. Les toca a ellos decir kifiya, basta. Rotundamente. Sin peros, fintas ni escamoteos. Nada de que condenan el terrorismo pero en el fondo somos los culpables por el colonialismo, Palestina o el sursum corda. Todo lo que consideran el corazón de las tierras del Islam se lo arrebataron a la cristiandad a punta de espada. Como con los comunistas, nadie ha matado a más islámicos que los musulmanes. Nadie más iraquíes que Sadam. Nadie más argelinos que el GIA y el ejército. Y Darfur. Y las cacerías de negros en África. Y otras muchas abominaciones. Dejémonos de tonterías. No están como para tirar ni la quinta ni la décima piedra y en todo caso no es esa ahora la cuestión.
Gozan entre nosotros de muchos más derechos y viven mucho mejor que en sus países de origen, especialmente si no se confinan en ghettos que perpetúen sus taras culturales, y utilizan la seguridad social, sobrecargándola en nuestro detrimento, desde el día en que llegan. Lo que ahora esperamos de ellos es condenas públicas, sonoras, visibles, multitudinarias. Aquí y allí. Y de nuestros líderes que se lo exijan de gobierno a gobierno. Si algún sentido tiene la Alianza de Civilizaciones ha de ser ese. Queremos ver manifiestos y manifestaciones. Los primeros con muchas firmas conocidas de clérigos, intelectuales, periodistas, artistas, políticos. Las segundas nutridas y partiendo de las mezquitas. Nos lo deben. Lo demás son cuentos.