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Alberto Recarte

Estados Unidos: la reducción de impuestos vuelve a funcionar

La idea de repartir la pobreza con impuestos más altos y además, progresivos, puede parecer una opción más ética, pero nunca funciona y siempre se traduce en más pobreza para los más pobres

Introducción
 
Un editorial del Wall Street Journal del pasado 13 de julio llegaba a la conclusión de que la bajada de impuestos de 2003 en Estados Unidos es la principal causa del crecimiento tanto de la economía como de la productividad. Distinguía el editorialista entre el nulo efecto de los descensos temporales de los impuestos, solución que suelen apoyar los keynesianos, con el objetivo de relanzar la economía en un momento determinado y el efecto duradero que tienen en el comportamiento personal —y por ende en las decisiones económicas básicas— los descensos definitivos de impuestos, máxime cuando afectan —como es el caso en la propuesta del presidente Bush— a los tipos marginales de la renta o a la reducción, que ya ha tenido lugar, de la imposición sobre los dividendos y plusvalías.
 
¿Cómo superar el estancamiento?
 
Una experiencia, por otra parte, similar a la de España, que consolidó el crecimiento, a partir de 1999, cuando se redujo toda la escala de tipos sobre la renta y es que sólo el crecimiento resuelve el problema de la acumulación de deuda pública y de los déficits anuales. Para salir de una situación de estancamiento, que por la propia estructura de la mayoría de los impuestos se traduce en reducción de ingresos —junto con un inevitable aumento del gasto por conceptos tales como desempleo y ayudas puntuales a sectores y regiones en crisis—, lo primero es devolver la confianza a consumidores y empresarios sobre la naturaleza de la intervención pública. Lo que no debe hacerse nunca es aumentar los impuestos en una situación de ese tipo, porque afecta a la actividad negativamente y se reducen aún más los ingresos fiscales.
 
La política económica de Bush
 
En Estados Unidos, Greenspan instrumentó una política monetaria muy agresiva, que rebajó los tipos de interés al 1%, para animar al consumo y el gobierno redujo los impuestos directos, en contra del griterío de los economistas progresistas, el FMI, la OCDE y la Comisión Europea, que avisaban que se iba a crear un déficit fiscal monstruoso, que pondría en riesgo la economía mundial. Por supuesto que no ha sido así: la economía norteamericana crece a un ritmo cercano al 4%, la productividad casi al mismo tipo y el déficit público se redujo en 2004 hasta el 3,6% del PIB, a pesar de Irak y el enorme gasto de las medidas de reforzamiento de la seguridad interna. Las cifras para 2005 son mucho mejores, pues frente a una predicción inicial de un déficit del 3,5% del PIB en febrero, ahora se especula con una reducción del déficit de 90.000 millones de dólares, lo que supone reducir el déficit hasta un 2,8% del PIB; muy por debajo, ya, de las estancadas Francia, Alemania e Italia, que ni crecen, ni recaudan, ni controlan su déficit, ni crean empleo, ni reducen deuda pública.
 
La actuación de la Comisión europea
 
La experiencia norteamericana no es una excepción. Es también la nuestra. Los problemas de déficit público y de acumulación de deuda pública sólo se han resuelto históricamente, con crecimiento económico. La idea de repartir la pobreza con impuestos más altos y además, progresivos, puede parecer una opción más ética, pero nunca funciona y siempre se traduce en más pobreza para los más pobres. La Comisión europea lleva años amonestando severamente a los gobiernos conservadores de los países europeos cuando anuncian que van a bajar los impuestos. Supuestamente defienden la ortodoxia presupuestaria, pero nunca se plantean si es una opción más eficaz que la de bajarlos. Los avisos no son neutrales, académicos y ortodoxos. Son ideológicos, igualitarios, neoclásicamente primitivos.
 
En los últimos meses, Portugal ha anunciado que va a subir el IVA para equilibrar las cuentas públicas; lo siguiente que hemos sabido es que en 2005 en lugar de crecer el 1,5%, como habían programado, va a estar cerca del estancamiento.
 
La España política
 
En España, la autonomía de Madrid está reduciendo Sucesiones, Donaciones, Patrimonio y Transmisión Patrimoniales en determinados casos. El planteamiento del gobierno supuestamente nacional de la coalición PSOE-IU-ERC, es que las autonomías deben subir los impuestos para solucionar los déficits de la sanidad pública, que es cierto que fue transferida a las autonomías con una financiación aceptada por todos, pero también lo es que el brutal aumento de la demanda de servicios sanitarios por parte de los millones de inmigrantes que han llegado en los últimos años, no puede ni debe ser soportada financieramente sólo por las autonomías, porque los ingresos fiscales extraordinarios que recibe la Administración Central por la recaudación de IRPF, IVA, Sociedades y cotizaciones a la Seguridad Social, no se traducen en un crecimiento proporcional de los ingresos de las autonomías. Una subida de impuestos, en estos momentos, en España, sería un lamentable error económico. Máxime cuando los ingresos públicos crecen muy por encima de las previsiones. Hay dinero público. Pero también sectarismo.
 
Conclusión
 
Nuevamente, para desesperación de la progresía internacional, la reducción de impuestos funciona; y muy bien. Y, además, en Estados Unidos.

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