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EDITORIAL

¿Aceptará el IRA que el Ulster tenga menos autonomía que Euskadi?

Los nacionalistas, cuando rompen un consenso, no piensan nunca en lo que pueden perder, sino en lo que pueden ganar. Y lo grave es que, desde los tiempos de la Constitución, no han faltado quienes tratan de satisfacerlos con nuevas claudicaciones

Tanto Zapatero como Zaplana han rechazado hacer paralelismos con ETA, tras el comunicado oficial del IRA anunciando ¿definitivamente? el abandono del terrorismo. Zapatero ha destacado como decisivo, eso sí, que los dos grandes partidos británicos hayan estado "muy de acuerdo" en todo el proceso, que arrancó en 1998 con la firma del acuerdo de paz del Viernes Santo. Y eso lo dice en España , -como bien ha destacado el portavoz popular- quien, como Zapatero, rompió el Pacto por las Libertades y Contra el terrorismo con el principal partido de la oposición nada más llegar al Gobierno.
 
En cualquier caso, hay que ser coherentes. Entre las innumerables diferencias que hay entre los casos del País Vasco y el Ulster, hay que señalar que el Acuerdo de Viernes Santo de 1998 alcanzado por los principales partidos británicos –que también lo consensuaron con el gobierno irlandés y los partidos políticos norirlandeses-  suponía la creación de unas instituciones autonómicas para el Ulster, que gozan de menos competencias que las que el Amejoramiento del Fuero otorgan a Navarra o el Estatuto de Guernica al País Vasco. Londres desde entonces, y ante cualquier señal de desacuerdo –no digamos ya de cualquier rebrote violento por parte del IRA-, ha respondido, además, con la inmediata suspensión del gobierno autónomo del Ulster.
 
Por otra parte, en el País Vasco no hay –al menos todavía- una guerra civil larvada entre dos comunidades con sus respectivos grupos terroristas. Aquí, salvo los perpetrados por los mercenarios del GAL, los únicos que asesinan son los nacionalistas y los únicos que tienen que ir escoltados son los constitucionalistas.
 
En Gran Bretaña, arrancando de cero, se ha llevado a cabo una política de palo y zanahoria. El resultado es que hasta los terroristas parecen dispuestos a contentarse con un nivel de autonomía menor que el que en España se ha dado de partida al País Vasco. En España, los nacionalistas cuando rompen un consenso no piensan nunca en lo que pueden perder, sino en lo que pueden ganar. Y lo grave es que desde los tiempos de la Constitución no han faltado quienes tratan de satisfacerlos con nuevas claudicaciones. Y así nos va.

En España

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