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Aníbal Romero

Corrupción y encuestas

Lo que hace cuestionable las encuestas en la Venezuela de hoy es que se asume miden conciencias libres

El famoso economista Joseph Schumpeter decía que "el ciudadano típico se retrotrae a un nivel inferior de su capacidad mental tan pronto entra al terreno político". Esto queda comprobado por encuestas publicadas en Venezuela recientemente. Una de ellas asevera que Hugo Chávez tiene 70% de aceptación, pero su mensaje socialista sólo 30%. Cabe preguntarse: si Chávez asegura a diario que se dispone a construir el socialismo, pero 70% del electorado rechaza dicho socialismo, ¿cómo es que 70% lo continúa respaldando? Hay dos respuestas posibles: la gente no le cree a Chávez cuando habla de socialismo o la sociedad venezolana sufre de esquizofrenia colectiva y es capaz de apoyar a Chávez y rechazar a Castro, a pesar de que Chávez se empeñe en emular a Castro.
 
¿Qué quiere decir un ciudadano común cuando afirma que respalda el socialismo? Lo más probable es que presume que el socialismo se identifica con los programas asistenciales del gobierno y la pasajera ilusión de abundancia que nos deslumbra, sin reparar en las implicaciones radicales del proyecto chavista. Si tal hipótesis es atinada, una encuesta que asevere que 30% apoya el socialismo evidencia una realidad muy confinada, una realidad que los estudios de opinión deberían tratar de explicar.
 
El problema con los estudios de opinión no se deriva de los datos en sí mismos, sino de su análisis e interpretación, así como de su presentación. Las empresas encuestadoras tienden a mostrar como verdadero precisamente aquello que deberían indagar a fondo. Una encuesta puede, en teoría, ser una herramienta útil para entender el entorno, pero sin olvidar que la realidad sociopolítica es muy compleja, donde se despliegan y entran en conflicto las voluntades humanas.
 
Lo que hace cuestionable las encuestas en la Venezuela de hoy es que se asume miden conciencias libres, mas en verdad se trata de polémicos ingredientes de formación de opinión pública, en un contexto caracterizado por la implantación de un régimen autocrático que limita la libertad. De allí la necesidad de poner las cosas en perspectiva. Para mencionar un ejemplo, cuando se sostiene que la oposición no ha logrado convencer a la gente que Chávez es una versión del comunismo, se dejan de lado tres aspectos: 1) En esta sociedad buena parte de la dirigencia opositora ha asumido una postura complaciente y colaboracionista hacia el régimen. 2) Los que denuncian las intenciones de Chávez son usualmente comentaristas restringidos por la naturaleza de su actividad y de la situación vigente. 3) El régimen realiza una permanente lucha ideológica a través de sus medios de comunicación, sin la contrapartida de una oposición o un sector privado que han optado por el silencio en ese plano, o son en todo caso también de izquierda.
 
¿Cómo hablar de una oposición que no logra convencer al pueblo sobre los objetivos de Chávez, cuando esa oposición genuina es crecientemente asfixiada en el terreno político? ¿En qué mundo viven algunas empresas encuestadoras o es que creen que Venezuela sigue siendo un país libre y democrático?
 
Desde un punto de vista ético, las encuestas tienen el potencial para perjudicar la democracia y acelerar su decadencia. Esto ocurre cuando los políticos actúan según lo que indican las encuestas acerca de las presuntas opiniones predominantes y no de acuerdo con sus conciencias, subestimando los principios y sometiéndose a lo que en un momento dado supuestamente cree la mayoría. Pierden de vista que aunque Chávez pueda en efecto gozar de 70%, o hasta de 99% de respaldo, ello no significa que esté en lo correcto. También Hitler tuvo por años el apoyo de la mayoría alemana. A lo anterior se suma la actitud ligera de ciertas empresas encuestadoras que desdeñan la crudeza autocrática de nuestra realidad política y siguen desempeñándose como si en Venezuela existiesen las condiciones que antes prevalecieron.
 
Para algunos políticos, empresarios y analistas, las encuestas se han convertido en coartadas para menospreciar los principios, sucumbir ante los intereses del momento y prestarle un servicio indirecto a un régimen que corrompe la democracia y destruye la libertad en nombre de ellas mismas.

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