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Agapito Maestre

Pérez Touriño y la Segunda República

La Segunda República, como viera con inteligencia insuperable Josep Pla, fue sólo eso, un peculiar delirio. En él, y esa es la tragedia de la nación española, Rodríguez Zapatero y sus huestes pretenden encarcelarnos.

Ha bastado poco tiempo para que Pérez Touriño pierda su fama de tecnócrata. El discurso tecnocrático del período electoral lo cambió por el ideológico, por la manipulación de la historia, el día que tomó posesión del cargo. Los discursos de ese día fueron tan ideológicos, falsos y llenos de referencias a una historia idílica, como los cantos al pasado republicano, que entonan cotidianamente Carod-Rovira y su socio Rodríguez Zapatero. El nuevo presidente del Gobierno gallego, Pérez Touriño, siguiendo las consignas de los ideólogos del presidente de Gobierno, ha reivindicado para legitimar su futura acción gubernamental el pasado republicano del “socialismo galleguista” y el “nacionalismo democrático”. ¡Horror! Preparémonos para lo peor. Sustitución de la acción política real por un “discurso” miserable, meramente propagandístico y populista, sobre el pasado republicano. La ideología cubrirá las carencias de políticas concretas.
 
Sin embargo, la preguntas que cualquier ciudadano de bien necesita responder para no caer en la melancolía son sencillas: ¿Cuál es el poder exacto, casi demoníaco, que ejerce el pasado republicano sobre estos hombres?, ¿por qué un régimen político que llegó al poder de una extraña manera -según algunos, después de un golpe de Estado perpetrado entre otros por Sanjurjo y aceptado por Alfonso XIII; según otros, después de manipular unas elecciones municipales que habían ganado los monárquicos- tiene tantos seguidores?, ¿por qué un régimen político que nos condujo a la más sangrienta guerra civil de todos los tiempos aún es modélico para políticos que se presentan con más o menos sentido común?, en fin, ¿por qué es referencia democrática una República que sólo entre el 16 de febrero al 15 de julio de 1936, alojó en España 192 huelgas generales, se quemaron 196 iglesias, se destruyeron 78 centros religiosos, se asaltaron 10 periódicos y se perpetraron 223 asesinatos políticos?
 
Si estas preguntas, con los datos en ellas contenidos, no son suficientemente elocuentes para reconocer que lares pública, la República, se había convertido en unbellum civile, incluso antes del Alzamiento militar, entonces tendremos que apelar, una vez más, al poder demoníaco de su propaganda que hace convertir la realidad en ficción. En efecto, porque la República fue la mayor maquinaría propagandística que nación alguna creó en la historia política reciente, aún hoy sigue viéndosela como un “paradigma” revolucionario. Si su maquinaría de propaganda revolucionaria fue tan poderosa que las canciones de guerra, las consignas creadas en su época, los cárteles, los romances, el teatro, etcétera, siguen siendo utilizados en todas las acciones revolucionarias y, por supuesto, totalitarias de hoy, entonces no deberíamos extrañarnos de que un Pérez Touriño, un Carod-Rovira y hasta un Rodríguez Zapatero queden prendados en su delirio. Pues que la Segunda República, como viera con inteligencia insuperable Josep Pla, fue sólo eso, un peculiar delirio. En él, y esa es la tragedia de la nación española, Rodríguez Zapatero y sus huestes pretenden encarcelarnos.

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