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Luis Hernández Arroyo

Nuestro Gandhi en Lanzarote

nuestro Gandhi, es un refundador mundial: la ruptura de una nación con más de cinco siglos de historia no es más que un paso en su carrera.

En verano el sol reverbera en los objetos, el aire vibra, la conciencia se disipa; se hace difícil pensar en problemas complejos... Pero nuestro Presidente se va a miles de kilómetros a preparar su cumbre sobre la Alianza de Civilizaciones. Dios se lo premie (por irse tan lejos). Su empecinamiento en la idea demuestra que para él no es cosa baladí, y que, a falta de claridad,  contiene una  nobilísima intención: quiere ser un nuevo Gandhi; se ha propuesto corregir nada menos que El fuste torcido de la humanidad... Un vencedor sin ejército, un pacificador, un fundador de una nueva humanidad. Nada más fácil.
 
Gandhi, el genuino, fue un zorro que logró expulsar de la India a los ingleses gracias al astuto uso del victimismo, que puso a la opinión pública mundial a su favor. Lo cual le hace nada menos que fundador de una nueva nación. Casi todos los fundadores de imperios y naciones son seres legendarios, pero si hay un fundador real, ése es Gandhi.
 
En cambio, nuestro Gandhi, es un refundador mundial: la ruptura de una nación con más de cinco siglos de historia no es más que un paso en su carrera. Claro que, para él, esa ominosa historia de España debe rectificar su curso y entroncar con la República. Es lo que podríamos llamar el síndrome azañista. Azaña, en sus memorias, se plantea reiteradamente si será capaz  de enderezar el torcido fuste de España, tan impregnado de catolicismo fanático. Así, en algún pasaje de su obra, ante la contemplación de una puesta de sol en el Guadarrama, se vuelve místico y se pregunta (marzo 1932): “Por la tarde...el anochecer es prodigioso. El valle y la sierra, de rosa y nieve. Todo está de una grandiosidad triste. La emoción de la historia y del
natural se combinan. Sobre esto, ¿podrá levantarse una historia nueva?” (Parece ser que los españoles no éramos  merecedores ni de un potable paisaje)...
 
Azaña, no es exageración, llegó a creerse un ser predestinado, y si fracasó fue por culpa de todos los demás españoles, que no estuvieron a la altura de su magno designio. A poco que se piense, “La velada de Benicarló”, como gran parte de su obra, no es más que un lamento, exculpatorio para él y la República, sobre la incapacidad de España para estar a su altura de miras. Por ejemplo: “... tenía que esquivar la anarquía y la dictadura, que crecen sin cultivo en España... Por lo visto nuestro clima no es favorable a la sabiduría política... La República, dando bandazos, ha venido a estrellarse en los abruptos contrastes del país”. Es claro que no amaba a España, madrastra ingrata. Había que levantar una historia nueva y sólo él estaba llamado a hacerlo. Como decía Unamuno, Cuidado con Azaña que es un escritor sin lectores, y sería capaz de hacer una revolución para tenerlos. A fe que la profecía se cumplió.
 
Nuestro Gandhi, mucho más ambicioso (pues su afán es cambiar el mundo), no es, a diferencia de Azaña, un escritor sin lectores. Él no necesita escribir; ni pensar, si vamos al caso (reconozcamos que un diario de nuestro particular Gandhi sería un regalo de los dioses. Un betseller seguro). Sus objetivos, aunque grandiosos, son simples y directos. Ha descubierto el camino recto hacia la paz universal: la Alianza de Civilizaciones. Parece una reedición light de aquel  lema, “Proletarios del mundo, uníos”, que todavía debe resonar en su cráneo privilegiado.
 
Gandhi II se alojará en La Mareta, el palacio que Hussein de Jordania le regaló a nuestro Rey. Azaña tenía, en sus momentos triunfales, ensoñaciones alucinatorias en las que se le aparecía un Alfonso XIII al que humillaba sádicamente con lecciones magistrales de buen gobierno. El Rey, humildemente, agradecía  la deferencia de tan gran hombre ¿Se le aparecerá a ZP-Gandhi, en tal entorno propicio, algún líder de la historia al que humillar con su Alianza de Civilizaciones? Quizás podría explicarle a un humillado Azaña el verdadero camino que éste no encontró...

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