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Pablo Molina

¿Les regalará a las madres también un reloj?

Lo patético del asunto es que toda esta ingravidez verborreica de nuestro gobierno, tributo obligado a su clientela política interior, tiene por objeto tan sólo intentar disfrazar la condición de apestado internacional

El peor ministro de Defensa de la Historia de España dijo en su día que prefería morir antes que ordenar disparar sin mandato de la ONU, lo que está muy bien para un progre a la violeta pero no para el responsable del ejército de la novena potencia mundial. Si nuestros socialistas se niegan a autorizar el uso de las armas en Mesopotamia sin el permiso de Koffi Annan, nos podemos ir haciendo una idea de lo que están dispuestos a tolerar, antes de ordenar a las fuerzas armadas el cumplimiento de sus deberes constitucionales dentro de nuestras fronteras. Antes del 11-M teníamos un ejército luchando contra el terrorismo junto a nuestros aliados. Ahora, si hacemos caso a ZP y sus constantes apelaciones al humanitarismo, tenemos un club de filántropos de uniforme que va por el mundo practicando el turismo solidario como cualquier otra ONG. Lo patético del asunto es que toda esta ingravidez verborreica de nuestro gobierno, tributo obligado a su clientela política interior, tiene por objeto tan sólo intentar disfrazar la condición de apestado internacional, que es la que corresponde a su cobardía.
 
La ONU es en estas circunstancias la excusa perfecta, el último refugio de los cobardes, por tanto no extraña que los gobernantes surgidos del 11-M se emocionen hasta la lágrima cuando se refieren al chiringuito dirigido por el padre de Kojo (pero no manko) Anan. Tal para cual.
 
El mismo personaje que utilizó la sangre de las víctimas del Yakolev para atacar a su antecesor, el mismo partido que usó los pasillos del congreso para azuzar a los familiares de las víctimas de un accidente contra un miembro de la oposición, carece de legitimidad moral alguna para pedir ahora lealtad institucional al partido de Federico Trillo y Ángel Acebes. Sin embargo la exigen, pues saben que la derecha sociológica española es infinitamente más digna y patriota que la masa cobarde que les llevó a La Moncloa, en medio de algaradas callejeras, violencia antidemocrática y gritos de asesinos, asesinos. Los muyahidines de la farándula española, con sinceridad involuntaria, dijeron el 15-M que el cambio de gobierno “había costado mucho, pero había merecido la pena”. Ahora no les esperen. “¿Quién ha sido?” Qué más da. Su trabajo acabó el 14-M. Misión cumplida.
 
Cuando uno ha usado a nuestros soldados como ariete político contra el gobierno legítimo de la nación y después envía a diecisiete de ellos a la muerte en la misma misión y bajo las mismas circunstancias, si se es creyente se recluye en un cartujo de por vida, y si se es agnóstico se pega un tiro. Si le falta valor, señor ministro, al menos dimita. Ah, y devuelva de una vez la puñetera medalla, so héroe.

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