Dos visiones sobre EEUU en El País. Juan Cueto dice: los “Estados Unidos son los actuales maestros pensadores del neomaterialismo grosero, el nuevo marxismo del milenio”. Es notable la persistencia en asociar prosperidad y materialismo. Miramos a EEUU y vemos por doquier a gente que reza, empezando, por cierto, por el presidente de esa República. ¿Dónde hay más ONGs y más cooperantes? Pues en EEUU, ese país que según Cueto es paradigma del “neomaterialismo grosero”.
Lo de identificar marxismo y capitalismo tiene también muchos años, y fue cultivado desde frentes diversos, incluido el fascismo, pero ha florecido en tiempos recientes, acaso por el desasosiego que provocó en la izquierda el resultado práctico poco edificante de sus teorías. Con todo, Cueto no llega a la deliciosa locura de un intelectual que, cuando no pudo negar la realidad genocida del comunismo, declaró: “Sí, en los países comunistas hay campos de concentración, ¡pero en los países capitalistas hay fábricas!”.
En una crónica incapaz de la más mínima crítica a los artistas estadounidenses, Diego A. Manrique explica por qué el pueblo americano no les hizo caso y votó a Bush: fue por “miedo” o por una “moral conservadora” (o sea, mala). Parece que de haber ganado Kerry eso habría probado que el pueblo americano es valiente y cuenta con una “moral progresista”. No contento con esto, añadió Manrique otra explicación de la victoria republicana: “los grandes medios, sintonizados con el poder o acobardados ante el poder de la Casa Blanca”. ¿Se referirá al New York Times o al grueso de los diarios y canales de televisión, hostiles a Bush? Aún queda más: según don Diego, los artistas antiliberales encabezan la abnegada lista de los que “luchan en el frente ecológico, defienden el sueldo mínimo o ayudan a los sin techo”. Los otros, claro, contaminan, empobrecen y derriban viviendas. Señor, qué disparate.
