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Emilio J. González

Meter la mano en el bolsillo del contribuyente

El modelo económico de los socialistas, en fin, parece consistir en volver a sus viejas prácticas de meter la mano en el bolsillo del contribuyente solo para gastar más de forma innecesaria

¿Cuál es el objetivo de la política fiscal del PSOE? Con el PP estaba claro: se trataba de que los impuestos, en vez de constituir un obstáculo al crecimiento económico y la creación de empleo, jugarán a su favor, y así lo manifestaron sus dirigentes una y otra vez. Con los socialistas, sin embargo, nadie sabe a qué atenerse excepto a que van a subir los impuestos sin que nadie sepa muy bien la razón.
 
La financiación de la sanidad es un ejemplo muy claro al respecto. La solución que dan los socialistas a este problema no es otra que incrementar los impuestos del alcohol y el tabaco y permitir a las comunidades autónomas subir los tributos sobre las gasolinas y la electricidad. Las autonomías del PP, sin embargo, ya han dicho que ellas no lo van a hacer, lo que ha molestado profundamente a los socialistas, como ponen de manifiesto las palabras del presidente de Andalucía, Manuel Chaves, al acusar a las comunidades gobernadas por el Partido Popular de “ir de guapas” por no querer subir los impuestos. Lo que en realidad le molesta a Chaves es que la posición de los populares deja patente que hay otras formas de resolver las cosas distintas a la de meter la mano en el bolsillo de los contribuyentes. Claro que aplicar esas estrategias exige una buena administración y una contención del gasto público a la que los socialistas no están dispuestos, sobre todo porque, en comunidades como Andalucía, en cuanto el Gobierno regional empiece a gastar menos, tendrá menos control sobre la sociedad y sobre los votos –el porcentaje de personas en Andalucía que dependen directa o indirectamente del gasto público autonómico es el más elevado de España–. Pero al empeñarse el PP en seguir transitando por la senda del recorte de impuestos, en lugar de la subida, pone en un serio problema a los dirigentes socialistas al demostrar que se pueden hacer las cosas de otra forma mucho más favorable para los ciudadanos, y eso les molesta profundamente porque da al traste con sus planes.
 
Con la prometida reforma del IRPF ocurre tres cuartos de lo mismo. Nadie sabe por qué los socialistas se van a embarcar en semejante proyecto ni que objetivos económicos persiguen, porque por lo que se va conociendo acerca de sus intenciones, de lo que se trata no es precisamente de recortar el impuesto sobre la renta. De entrada, la reducción en el número de tramos no tiene por qué significar necesariamente pagar menos por el IRPF porque según queden dichos tramos puede resultar en que muchos contribuyentes vean aumentada la presión fiscal que soportan. Y ahora empecemos a añadir cosas, por ejemplo, la reducción de las deducciones por vivienda y por aportaciones a planes de pensiones, o el incremento de la tributación por plusvalías, propuestas todas ellas que pueden derivar en que los españoles paguen más por el IRPF si no hay medidas que compensen su efecto alcista en la declaración de la renta.
 
Lo que pretenden hacer los socialistas encierra, además, un peligro para la buena marcha de la economía. El recorte en la deducción por compra de vivienda puede suponer un frenazo en seco para el sector de la construcción, hoy por hoy el principal motor de crecimiento, de generación de empleo y de absorción de inmigrantes con que cuenta la economía española. Si a ello se añade el incremento en la tributación por plusvalías, lo que el Gobierno puede acabar provocando es un desplome drástico de los precios de las casas y del número de nuevas promociones, lo que equivale a decir menos actividad en el sector, menos empleo y más paro. Y en lo que se refiere a la rebaja en la deducción por aportaciones a planes de pensiones no hay más intención que la recaudatoria ya que, desde el principio de la legislatura, los socialistas siempre han dicho que esta deducción no era más que una vía para pagar menos impuestos. Un argumento muy discutible porque quien realiza una aportación a un plan de pensiones lo que hace es pensar en el futuro, en el momento de la jubilación y en las dudas acerca de qué pensión le abonará una Seguridad Social que dentro de diez años ya estará en crisis.
 
El modelo económico de los socialistas, en fin, parece consistir en volver a sus viejas prácticas de meter la mano en el bolsillo del contribuyente solo para gastar más de forma innecesaria. Para esto no necesitábamos ningún cambio.

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