Don Rodrigo es el flamante director gerente del FMI, un refugio envidiable para un político a la expectativa, especie que jamás en la historia ha estado en peligro de extinción. Ante la cumbre de la ONU, don Rodrigo nos ofrece en la prensa española sus recetas para reformar el FMI para “hacer frente a los desafíos y crisis actuales y futuros”. ¿Original, no? Pues veamos las propuestas de éste genio de los presupuestos equilibrados; al final del corto recorrido se apreciará que, si hubo equilibrio fiscal en España, o fue un milagro, o se debió a otro...
Con su sonrisa cautivadora, El Director propone, negro sobre rosa salmón, aumentar la legitimidad del FMI mediante una redistribución de cuotas (o sea, de derechos de representación) porque el actual “pone en entredicho la legitimidad en muchas zonas” (sic). Y, ¿qué entiende Mister Rato por repartir mejor el poder de representación? Veamos: el FMI, según nos cuenta, ha incrementado sus funciones, desde la prevención de crisis (eufemismo que quiere decir indemnizar a los causantes de las crisis), combatir la financiación del terrorismo y blanqueo (¿?), y estrategias en la reducción de la pobreza (¿?). En fin, un panaché muy recocido y muy alejado de las claras funciones que tuvo en su origen el FMI diseñado Por Keynes & Dexter White (aquel que luego resultó ser ¡espía de la URSS!). Y qué mejor que darles más cuota a los países ¿los que ponen el dinero? ¡No! A los que reciben, a los que piden, es decir, a los países con gobiernos corruptos que estrangulan en su país las fuerzas del crecimiento y viven del pedigüeñismo profesional y de la antiglobalización, Kioto, etc.. Para prevenir cualquier eventualidad; Rato dice que en el futuro “la naturaleza de los desequilibrios podría cambiar (sic), el FMI debe estar preparado para ayudar a sus miembros a anticiparse” ¡oh, los estrategas que todo lo prevén, hasta lo imprevisible! Pero de momento, pidamos recursos (o sea, dinero).
