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Juan Manuel Rodríguez

Empezó la cuenta atrás para la "Miriñaque League"

En el Real Madrid no supieron detectar a tiempo que sus estrellas empezaban a serlo más de la pista del Joy o del Budha Bar que del césped del estadio Santiago Bernabéu, y así les va ahora

El fútbol del Barcelona empieza a ser tan desconcertante como el del Real Madrid. Todo comenzó el día que Deco decidió regalarle a su esposa unas sandalias de oro valoradas en doscientos mil euros. Hasta entonces sólo se trataba de un extraordinario jugador de fútbol, pero en cuanto Deco posó con la camiseta azulgrana y ganó la Liga se convirtió en un nuevo rico. En el Real Madrid no supieron detectar a tiempo que sus estrellas empezaban a serlo más de la pista del Joy o del Budha Bar que del césped del estadio Santiago Bernabéu, y así les va ahora. Cuando quisieron darse cuenta, Ronaldo aparcaba enfrente de su chalet un cuatro por cuatro de lunas ministeriales y rebosante de chavalitas recién salidas de Corporación Dermoestética, bellezas dispuestas a protagonizar algo, lo que fuera, un pellizco, un guiño o un "edredoning" con el nuevo icono del marketing mundial, David Beckham. Aquello fue el principio del fin, y ahora Florentino Pérez se conforma con inaugurar la nueva Ciudad Deportiva de Valdebebas y a los socios del Real Madrid no les queda más remedio que aplaudir cualquier "bicicleta" que les dedique Robinho, todavía puro gracias a la presencia aquí de su señora madre.
 
El oro podría ser el primer signo de desconcierto culé puesto que, tras las sandalias de Deco, llegan ahora las botas de Ronaldinho. De oro, por supuesto, y con suave piel de canguro para que le proporcionen al brasileño de Trident, Lays y Skip un tacto y una suavidad insuperables. Para sí quisiera Imelda Marcos unos zapatos como los que se ha agenciado el hijo de doña Miguelina. Puro exhibicionismo, oiga. El primer pase de Ronaldinho se producirá ante el Zaragoza y con los hermanos Milito enfrente. Todo sea que Víctor Muñoz, este sí un ex futbolista a la vieja usanza y hoy sentado en el banquillo maño, decida ordenarles a los suyos un estricto marcaje al hombre con posterior fundición de botas tan provocativas como esas.
 
Y la prensa deportiva barcelonista pasea orgullosa al "crack" por sus redacciones. Posa Ronnie con sus botas personalizadas y percibo un leve cambio en su mirada. La del año pasado era la del tigre que quería tener lo que ya tenía Zinedine Zidane. La de ahora es la mirada del jugador que ya lo posee todo. Eso podría explicar, por ejemplo, el fenomenal arranque liguero de Celta y Getafe. No me imagino yo a Gustavo López calzando borceguíes de diamantes, ni a Pernía vistiendo seda azul labrada y espolinada en plata. Empezó la cuenta atrás para la Liga del miriñaque.

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