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EDITORIAL

La promesa de "guardar y hacer guardar" la Constitución

Es deber primordial de Mariano Rajoy Brey asumir, con total energía, el papel en el que la Historia le ha situado como principal y único líder de la oposición.

Las declaraciones del Jefe del Estado Mayor de la Defensa, en las que se limitaba a señalar el “gran interés” del Ejército en que España “siga siendo patria común e indivisible de todos los españoles”, han sido respondidas por el ministro Montilla con tono despreciativo al señalar que “lo que ha dicho este señor” le parece una “obviedad”.
 
Ciertamente, podría parecer una “obviedad” que el Jefe de Estado Mayor de la Defensa salga recordando lo que no es más que ese deber de “guardar y hacer guardar la Constitución” que los militares –como los políticos como Zapatero o Montilla deben jurar o prometer cumplir cuando asumen sus cargos. Pero, como dijo Orwell, “a veces es necesario defender lo obvio”; más aun cuando el gobierno del 14-M nos trata de sumir en mentiras tan merecedoras de la crítica orwelliana como son las destinadas a negar la evidente y consustancial naturaleza inconstitucional del plan soberanista aprobado en el parlamento catalán.
 
El gobierno de ZP trata de colar esa dinamita letal para la continuidad nacional y constitucional de España con meros “retoques” y “maquillajes”; como si todo lo ya perpetrado fuera parte de esa “normalidad democrática” de la que nos hablaba reciente y cínicamente la vicepresidenta del Gobierno.
 
Es deber primordial de Mariano Rajoy Brey asumir, con total energía, el papel en el que la Historia le ha situado como principal y único líder de la oposición. Y el primer paso para ello pasa por desenmascarar, con total contundencia, esa “falsa normalidad” con la que el Gobierno, los separatistas y sus medios de comunicación tratan de adormecernos. Rajoy debe liderar y canalizar la indignación de millones de ciudadanos españoles que están deseando movilizarse y alzar su voz contra este plan de ruptura nacional.
 
Un día después de reclamárselo en estas mismas páginas, no podemos dejar de aplaudir que Rajoy haya hecho pública su disposición de acudir al Tribunal Constitucional “en el caso de que el estatuto se apruebe como está”. No menos plausibles son también sus propuestas de reforma electoral o de reforma constitucional para blindar las competencias exclusivas del Estado.
 
Sin embargo, parecería que el liderazgo de Rajoy es incapaz de dar una de cal sin una de arena, y ciertamente, nos decepciona que, después de haber caído en ellas, no erradique de una vez las tentaciones que, también desde dentro del PP, tratan de llevarlo de nuevo al “perfil bajo”.
 
Más que secundar la lúcida y firme intervención de Vidal Quadras en el Comité Ejecutivo Nacional –quien ha instado al PP a llevar a cabo movilizaciones y ha planteando la posibilidad de no participar en la Comisión Constitucional para no dar “visos de normalidad a lo que no es normal”, parecería que Rajoy ha vuelto a dar más cancha a Piqué y a quienes todavía dicen que hay que “esperar” e ir “paso a paso” , “sin caer en el catastrofismo” y en “la falta de moderación”.
 
Hay, desde luego, quienes, como Piqué, “paso a paso”, no hacen más que retroceder, en los principios y en los resultados electorales. Si quieren "moderación", que se la pidan a quien, como Zapatero, ha demostrado ser un complaciente socio de los aliados de ETA en Perpiñán. España vive un momento de gravedad histórica y, ante una secesionista rebelión institucional, que no tiene parangón en ninguna democracia occidental, la labor del principal partido de la oposición es hacer pie con pared, en todos los frentes, haciendo todo el ruido posible, tanto para dar voz a la indignación ciudadana como para despertar a quienes todavía duermen en su inconsciente letargo.

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