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Henry Lamb

Vender las tierras del Gobierno

En lo único en que están de acuerdo los políticos republicanos y demócratas es en el coste astronómico de la reconstrucción de las áreas arrasadas por los recientes huracanes. El coste se estima en cientos de miles de millones de dólares. Y de dónde sacar ese dinero es el tema de acalorados debates en ambos partidos.
 
El congresista Tom Tancredo ha propuesto la mejor idea hasta hoy: proceder a vender tierras federales. ¿Por qué el gobierno federal debe ser dueño de 700 millones de acres de terrenos, equivalente a un tercio del país?
 
Luego de apartar todas las bases militares, los parques nacionales y los edificios del gobierno federal, sobran casi 600 millones de acres y los contribuyentes de impuestos tienen que cargar con los sueldos de esa infinidad de burócratas encargados de la administración y cuidado de tales tierras.
 
Si el Congreso tomara en serio la propuesta de Tancredo y vendiera esas tierras al sector privado se generaría dinero suficiente para mucho más que reconstruir lo destruido por los huracanes, rebajando además de manera considerable el presupuesto de años venideros.
 
Los organismos ecologistas podrían utilizar sus inmensos recursos en adquirir aquellas tierras donde no quieren que se corten los árboles y las empresas madereras, por su parte, lo mismo que los ganaderos y las empresas mineras podrían también adquirir parte de esas tierras para darles los usos que más les convengan.
 
Sólo los socialistas creen que el gobierno debe ser el dueño o por lo menos tener el control del uso de las tierras. En los últimos 50 años, los activistas del medio ambiente han gastado cientos de millones de dólares en cabildeo para que el gobierno le ponga la mano a más y más tierras.
 
La idea propuesta por el congresista Tancredo es el estímulo que la economía necesita, no sólo para la reconstrucción de las zonas del golfo que fueron destruidas sino por el auge en inversiones, construcción y empleos del sector privado que esa venta produciría.
 
Cada día queda más claro que la filosofía ambientalista de trancar con llave y bajo administración gubernamental más y más tierras terminarán con destruir el libre comercio en nuestro país. Ahora sabemos que las demandas de grupos ecologistas constituyeron el mayor impedimento al refuerzo de los diques que protegen a Nueva Orleáns. La escasez de capacidad en refinamiento de petróleo se debe a que no se han construido nuevas refinerías en décadas debido a los obstáculos logrados por los ecologistas.
 
Si los verdes no hubieran bloqueado el proyecto de desarrollo de las reservas petroleras de Alaska en 1996, el mercado contara hoy en día con un millón adicional de barriles diarios de petróleo y el precio de la gasolina no hubiera alcanzado los niveles actuales.
 
La idea aportada por Tom Tancredo robustecería el sistema de libre empresa que hace dos siglos convirtió a unos colonos descamisados en la nación más exitosa de la historia.  

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