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Amando de Miguel

Dudas, casticismos y neologismos

A propósito de la discusión sobre lo cuántico, Miguel Fraile (Zaragoza) me pregunta que si existe algún sinónimo de continuo (lo que no es discreto o a saltos). Ya lo creo. Apunte: duradero, persistente, incesante, permanente, ininterrumpido, seguido, prolongado, constante, inacabado, estable, mantenido, perdurable. Y si usted quiere, el palabro de moda, que a mí tanto me irrita: sostenible.
 
Don Miguel me dice que, para abreviar los nombres de los días de la semana, él les pone la inicial y al miércoles le coloca una X. Me parece muy bien. Yo hago lo mismo y supongo que mucha gente más.
 
José Escudero Do Campo se queja de que en la lápida conmemorativa de la tragedia del 11-M se agradecen los servicios prestados por los “ciudadanos anónimos”. A don José esa expresión le parece contradictoria, pues “una persona sin identidad no puede ser un ciudadano”. Vaya que sí. “Anónimo” no es que no tenga nombre o que lo oculte: se refiere también al hecho de que ese nombre no se haga explícito porque no se conozca. En las guerras y catástrofes suele haber “héroes anónimos”, que lo son doblemente porque no se identifican sus nombres. Una persona puede hacer un “donativo anónimo” a Cáritas. Es decir, no quiere que se sepa su nombre, por humildad, por discreción, pro timidez. En esta seccioncilla hay algunos mensajes anónimos (no revelan el nombre). No por ello son menos valiosos, aunque yo prefiera dialogar con una persona identificada. Pero hay que respetar el derecho al anonimato. No tiene por qué ejercitarse con una intención malévola.
 
Antonio del Junco (Sevilla) se plantea la duda entre “es la una” y “son la una” para referirse al tiempo cotidiano. Me suena mejor “es la una”, aunque en el resto de las horas utilicemos el plural. Debemos preguntar: “¿qué hora es?” y responder “son las siete pasadas” o la hora que sea. Es maravillosa la ambigüedad que supone la hora en singular o en plural. Por ejemplo:
 
hora en singular
horas en plural
- a última hora
- dar la hora
- en buena hora
- con las horas contadas
- entre horas
- horas de vuelo
- no son horas
 
Xosé Nel Caldevilla Vega (Gijón, Asturias) se maravilla de algunas modas léxicas. Por ejemplo, el abuso del me “me saqué el carné”, “me lo sé”, “este libro me lo he leído”. O también el abuso del le: “Le dije a Pedro”. Comprendo que, si se abusa de esas formas reduplicativas (no sé muy bien si se llaman así), la conversación puede ser cansina. Pero en principio no me parecen formas defectuosas. Esos pronombres dan a las frases un sentido reduplicativo que a los españoles nos gusta mucho, quizá porque somos grandes mentirosos. No basta con la frase “dije a Pedro”. Es correcta, pero tiene menos fuerza que “le dije a Pedro”. Todavía es más enfático el “se lo dije al mismo Pedro”. Recuérdese el castizo “lo vi con mis propios ojos, con estos ojos que se los han de comer la tierra”. O también, el maternal “este niño es que no me come nada”. Ahora está muy de moda decir “me ha engordado dos kilos”. Está claro que el me sobra, pero tiene su gracia.
 
A José A. Martínez Pons no le gusta lo de “clasificado” para caracterizar un documento oficialmente secreto o reservado. Pero ese uso está en la calle e incluso ha sido acogido en el DRAE. Todavía no admiten los académicos “clasificar” en el mismo sentido, pero ya lo harán.
 
“Otra palabreja que me pone mal es priorizar”, añade el puntilloso comunicante. Pero ese verbo sí está ya en el DRAE (= dar prioridad). A mí no me gusta, pero por la calle pasea. Ni siquiera me entusiasma mucho lo de “prioridad”; menos aún en plural, “prioridades”. Prefiero “primacía”, más que nada porque me atosiga el uso tan repetitivo que hace el politiqués de las “prioridades” para arriba y para abajo.
 
Miguel Ramos razona que no existe la palabra decisor (= el que decide) y que, por tanto, él la va a registrar. No hace falta. Si la pasa usted por este corralillo ya queda registrada. Es una loable tarea, la de inventar palabras que se necesitan. Si tenemos ya decisión, decisivo y decisorio, no veo por qué no vamos a reconocer decisor. Bienvenida sea la nueva voz al Diccionario Libertario. Don Miguel señala una curiosidad, que “en español se toma una decisión, y en inglés se hace”. Hay más ejemplos. En español el verbo hacer es poco expresivo. Los catalanes “hacen siesta” o “hacen vacaciones”. Los castellanos y afines “nos echamos una siesta” y “nos tomamos unas vacaciones”.
 
Adrián del Pozo (Sevilla) comenta que le parecen intercambiables las voces “asequible” y “accesible”. No tanto. No hay muchas palabras estrictamente intercambiables. Asequible se refiere a lo que se puede conseguir o alcanzar. En latín assequi. En cambio, accesible es lo que tiene fácil entrada o comprensión. Del latín accesibilis. Las pistas de la Ciudad Universitaria de Madrid son perfectamente accesibles para mí, pero no es asequible que yo pueda correr los 100 metros en menos de 15 segundos.
 
Carmen Edler (Fort Lauderdale, Florida, USA) se pregunta si lo de “dar clase de…”, dicha por un alumno, no debería ser “tomar clase de…”. Pues no. En inglés se hace esa distinción entre dar y tomar clases según sean los profesores o los alumnos quienes ejecuten la acción. Pero en español estamos muy a gusto con la vacilación que supone “dar clase” tanto para impartir una lección o asignatura como para escucharla o recibirla. El peligro de alguna confusión (el profesor que es también alumno en otra materia) es mínimo y le da cierta gracia a la conversación. Más divertida es la vacilación clásica de huésped, tanto el que hospeda (host) como el hospedado (guest). Isn’t that funny? No me canso de repetir que lo de la lengua es algo divertido. Quien no lo vea así va a ser un amargado toda su vida.

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