Se cumple ahora justo un año desde que Soledad Murillo, secretaria de Estado de Políticas de Igualdad, exigiera a Manolo Santana, director del Masters Series de tenis de Madrid, la retirada de las modelos recogepelotas. Murillo abogaba entonces por no trasladar el tratamiento sexista, habitual en el campo de la moda y la publicidad, también al ámbito deportivo. O, por mejor decir, al ámbito tenístico puesto que en otras actividades deportivas (léase automovilismo, ciclismo, motociclismo, boxeo...) ya existen azafatas que acompañan a los pilotos, besan a los corredores al final de la etapa o anuncian los asaltos en sugerente traje de baño. Santana, que tiene más conchas que un galápago, no cedió, y las chicas, como él mismo hiciera en los tiernos comienzos de su prolífica carrera profesional, siguieron recogiendo las pelotas del Madrid Arena.
Un año después queda constatado que el Ministerio de Trabajo sólo pretendía con la "cruzada Murillo" arrancar unas cuantas migajas de publicidad gratuita para el Gobierno paritario de Rodríguez Zapatero. Las chicas son, más o menos, las mismas. Puede, eso sí, que la falda sea un poquito más corta. El escenario es idéntico. Sigue jugándose en Madrid y el australiano Lleyton Hewitt continúa sin pisar suelo español tras alegar mil excusas a cual más peregrina. En trescientos sesenta y cinco días sólo han varíado un par de cosas: Hugo Boss ha obtenido una publicidad suplementaria y Soledad Murillo, "o terror do desigualdades", simplemente ha desaparecido del mapa. ¿El torneo era sexista en 2004 y ya no lo es en 2005? ¿Dónde estás Soledad, dónde estás que no te vemos?...