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Carlos Semprún Maura

Sirios y troyanos

Resulta pesado tener que recordar que sin la potencia de los USA y, sobre todo, su enérgica y necesaria intervención militar en Irak, los sirios seguirían mofándose de los aspavientos galos

“La investigación sobre el atentado de la discoteca La Belle en Berlín, aunque demostró la autoría libia, fue incapaz de probar las conexiones e interferencias israelíes y norteamericanas. En cuanto al caso Weinrich acabó siendo archivado por falta de pruebas, a pesar de que el principal imputado cumple cadena perpetua por un atentado cometido con anterioridad. Los expertos acusan al juez Mehlis de tener un “discutible rigor procesal”. Así termina el artículo que un tal F.S. (¿Federico Sánchez?) dedica en El País del pasado sábado, a Detlev, el magistrado alemán, funcionario de la ONU, cuya comisión de investigación acaba de demostrar la culpabilidad de los dirigentes sirios en el asesinato del ex primer ministro libanés Radik Hariri, y cuyas conclusiones han llegado hasta el Consejo de Seguridad de la ONU.
 
Aquí tenemos un buen ejemplo de periodismo cebrianesco y de mentira progre ¿cómo iba a probar esas “conexiones e interferencias”, cuando obviamente no existían? Pero da lo mismo, la intención va por la misma onda que la de acusar a Bush de todo, desde los atentados terroristas hasta el huracán en Luisiana. En el caso del atentado contra la discoteca de Berlín, frecuentada por norteamericanos, Mehlis no sólo demostró la responsabilidad libia, sino que obligó Gadafi a reconocerla, a quien se “castigó” como desgraciadamente tantas veces se castiga a los gobiernos– obligándole únicamente a indemnizar a las víctimas. Pero ya que F.S. (¿Fernando Savater?) hace alusión al bombardeo del palacio presidencial en Trípoli, ordenado por Reagan, tras ese atentado, señalaré de paso que ese único avión puso punto final al terrorismo libio antioccidental. Desde entonces los libios ya no ponen bombas en aviones o en discotecas, lo cual no quiere decir, como tantos lo afirman, que Gadafi se haya convertido en un demócrata, sino sencillamente que limita sus acciones terroristas al continente africano. Está visto que los dirigentes occidentales opinan que allí me las den todas.
 
El caso Weinrich fue en realidad el caso Carlos. Weinrich, siendo un lugarteniente del terrorista Illitch Ramírez, alias Carlos. Pues también mienten y nada se “archivó”. Mehlis encontró el escondite de Carlos en Damasco, los sirios se asustaron y le expulsaron. Ramírez se refugió en Sudán, país al mil por ciento islámico, pero, precisamente por eso, los imanes desconfiaban de un terrorista comunista convertido de la última hora (como Sadam Hussein, por cierto), y lo entregaron a los “servicios” franceses. Fue condenado en París por el asesinato de dos agentes de la DST y una serie de atentados sangrientos, como aquel del Drugstore.
 
La “gran política árabe” de Francia se ven un apuro. Siria era, con Irak, un país muy amigo de los gobiernos galos, y Chirac fue el único jefe de estado occidental presente en el sepelio de Hafed el Asad, padre de la criatura, y eso pese a los sangrientos atentados sirios contra los “cascos azules” franceses en el Líbano, el asesinato, por los mismos sirios o sus agentes libaneses, de su embajador, etcétera, pero hoy farolean por haber impuesto –con los USA– la retirada siria del Líbano, y exigen –con los USA– en el Consejo de Seguridad, que Siria colabore con la comisión de Detlev Mehlis, y procesan a los culpables, si se identifican. Pero, al mismo tiempo, su ministro de Exteriores, Douste-Blazy, afirma estar convencido de que los sirios van a colaborar, y que, por lo tanto, las sanciones son inútiles. Pero ¿cómo van a colaborar los sirios? ¿Haciéndose el harakiri Bachar el Asad, su madre, su hermano, su cuñado, sus lugartenientes... todos sospechosos del crimen? Resulta pesado tener que recordar que sin la potencia de los USA y, sobre todo, su enérgica y necesaria intervención militar en Irak, los sirios seguirían mofándose de los aspavientos galos. A quienes toman en serio y temen, es a los EEUU Otra perogrullada.

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