Coincide la desastrosa actuación del Real Madrid en Riazor con la temeraria declaración de Vanderlei Luxemburgo: "Vamos a ganar la Liga". Habrá quien, en defensa del entrenador brasileño, aduzca que él nunca aventuró en qué momento exacto la ganarían, si dentro de cinco años o dentro de diez. Personalmente no me cabe la menor duda de que, tarde o temprano, el Real Madrid volverá a ganar una Liga. En cientro tres años de vida, el Madrid ha ganado veintinueve Ligas, lo que nos ofrece un promedio aproximado de una Liga cada tres años y medio. Muy mal se le tendrían que poner las cosas a Luxemburgo (o al mismísimo Pepito de los palotes si Florentino Pérez le sentara en ese banquillo) para no ganar otra Liga antes de 2008. Pero no será jugando como lo hizo este miércoles en Riazor. Sin agresividad (sólo la del recién llegado Sergio Ramos). Sin velocidad. Sin alma. Sin un plan alternativo que le permitiese reaccionar ante la consabida presión deportivista. Sin nada de nada.
Tan mal lo está haciendo el Madrid que el Barcelona, que tampoco está jugando nada bien, acaba de superarle en la clasificación. El miércoles, en "El Tirachinas" de la Cadena Cope, Quique Guasch recordó que Alfredo Flórez, presidente del Comité de Competición, había sido con anterioridad presidente de la federación española de natación. ¿Quién mejor que él, por lo tanto, para analizar la jugada que provocó el primer gol culé?... Lo de Ronaldinho fue un piscinazo en toda regla, un piscinazo con tirabuzón incluído. La federación de natación debería intervenir de oficio. Puentes Leira picó como un niño, y su error sepultó a un Málaga que había sujetado el empate a cero hasta el minuto ochenta.
