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GEI  

El deterioro de la competitividad española

Los riesgos a medio plazo de la economía española no se arreglan con siglas ni juegos de palabras más o menos felices que sólo cautivan a los incautos y a los interesados, que no son pocos

Ya en nuestro primer artículo alertábamos de los riesgos que está acumulando nuestra economía en el frente exterior. Como era de esperar, las últimas cifras de Balanza de Pagos –un incremento del 70,5% interanual en enero-agosto de 2005–, confirman la situación dibujada anteriormente. En esta ocasión, nos centraremos en la evolución de la competitividad de la economía española en los últimos tiempos y el diagnóstico y las “soluciones” propuestas por el Gobierno de ZP.
 
La principal causa del meteórico ascenso del déficit por cuenta corriente es el franco deterioro de nuestra balanza comercial, que obedece, por un lado, al dinamismo de la demanda interna; pero, por otro, responde, como se verá, a las pérdidas de competitividad acumuladas por la economía española. Adicionalmente, el estancamiento económico de la vieja Europa, ese corazón marchito que tanto gusta a Zapatero, no contribuye a impulsar nuestras exportaciones. Por último, antes de continuar con nuestro análisis, hay que señalar que tampoco resulta desdeñable el impacto de la subida del precio del petróleo sobre nuestra cuenta comercial, pero el peso mayoritario descansa, en todo caso, en el resto de productos (en 2004, supusieron el 80% del incremento total del déficit comercial).
 
Con todo, el comportamiento de nuestras exportaciones de bienes es lo más preocupante. En los dos últimos años, el comercio mundial ha experimentado un fuerte ascenso. Sin embargo, la evolución de las ventas exteriores españolas ha quedado notablemente rezagada, con lo que la cuota de nuestros productos en los mercados mundiales ha retrocedido, tendencia que continuará en 2005 a tenor de los datos disponibles hasta la fecha. En el periodo enero-agosto, el volumen de las exportaciones españolas descendió un 0,5% interanual, mientras que el FMI pronostica para el conjunto de 2005 un aumento de las exportaciones mundiales y de la zona del euro del 6,2% y 3,6%, respectivamente.
 
Este fenómeno es el resultado de un conjunto amplio de factores, pero se pueden resumir básicamente en dos: por un lado, el mayor crecimiento de nuestros precios y costes laborales respecto a nuestros competidores; y, por otro, la especialización productiva de nuestras exportaciones, centradas en las ramas de contenido tecnológico medio, sujetas a la aparición de nuevos competidores procedentes de Europa del Este y Asia, y más sensibles a la competencia vía precios. En este sentido, cabe destacar que los nuevos miembros de la Unión Europea tienen una estructura productiva similar a la de España, pero cuentan con unos costes laborales mucho más reducidos y la calidad de su educación es superior.
 
Entre 1999 y 2004, la economía española acumuló pérdidas de competitividad frente a los países desarrollados equivalentes a 9 puntos porcentuales si se consideran los precios de bienes de consumo, y a 12,7 puntos si se mide con los costes laborales de la industria manufacturera. De este modo, prácticamente se habría absorbido la ganancia de competitividad obtenida tras las devaluaciones de la peseta que siguieron a la crisis del Sistema Monetario Europeo en 1992 y 1993. La situación es aún más preocupante cuando se compara con los nuevos países industrializados.
 
Resulta especialmente chocante que en el proyecto de Presupuestos del Estado se despache este problema confiando irreflexivamente en el modesto aumento de los precios de exportación, ya que se obvian los efectos perniciosos sobre la situación financiera y el empleo de los sectores exportadores derivados del estrechamiento de márgenes resultante. Ni que decir tiene que, en el balance de riesgos final del escenario macroeconómico contenido en los Presupuestos, no se menciona el deterioro de la competitividad de las exportaciones españolas.
 
La pertenencia a la zona del euro impide la utilización de la política cambiaria y monetaria para corregir nuestro diferencial de inflación. Por ello, resulta imprescindible mantener una política fiscal austera (pero de contención del gasto, no de incremento de impuestos), que no impulse aún más nuestra acelerada demanda interna y, de este modo, no contribuya al crecimiento de los precios. No habrá sorpresas en este punto: ZP & Co. han acordado un crecimiento del gasto superior al del PIB nominal, todo un alarde de irresponsabilidad.
 
Desde un punto de vista estructural de largo plazo, la posición competitiva de la economía española dependerá de su especialización productiva en sectores de mayor valor añadido. Para que esta recomposición sea una realidad, debe realizarse a través del mercado. Para ello, se requieren avances en el terreno de las reformas estructurales, con la finalidad de aumentar el grado de competencia y la flexibilidad de nuestros mercados, lo que atraería la inversión extranjera. En particular, hay que reclamar una reforma en profundidad de nuestro mercado laboral, con el objetivo de eliminar las restricciones a la creación de empleo y de racionalizar la fijación de los salarios, mediante la descentralización de los convenios y el levantamiento de las cláusulas automáticas de revisión salarial. Las recientes cesiones del Ejecutivo ante las protestas de ciertos sectores afectados por la subida del precio del petróleo oscurecen las perspectivas en esta cuestión. El mencionado cambio de estructura productiva y la atracción de capitales extranjeros necesitan que nuestro país ofrezca un marco institucional estable y una mano de obra con alto nivel educativo.
 
Pero, ¿qué nos ofrece el Ejecutivo Zapatero? Restricciones a la competencia (véanse las regulaciones a los horarios comerciales, y la OPA de Gas Natural), amenazas a los inversores extranjeros procedentes del tripartito radical catalán, inestabilidad institucional y aprobación de la LOE, bodrio que, aparte de afectar a la libertad en la enseñaza, supondrá una rebaja de la ya depauperada calidad de la educación en España. Eso sí, se prometen planes y gasto público para potenciar el denominado I+D+i, pero no se recata en amenazar con planes de expropiación de vivienda desocupada, ¡muy atractivo para los inversores que vienen a residir y gastarse su pensión aquí!
 
El sector exterior es el espejo que refleja las virtudes y defectos de la economía interna. Los riesgos a medio plazo de la economía española no se arreglan con siglas ni juegos de palabras más o menos felices que sólo cautivan a los incautos y a los interesados, que no son pocos. Se resuelven con la calidad de nuestro marco institucional y el respeto a la libertad económica. Todo lo que este Gobierno está derribando.

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