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EDITORIAL

Embaucar, dividir y silenciar a los manifestantes

Para un gobierno que tanto devalúa la Religión, hay que ver el monumental acto de Fe que pide ZP para que algunos crean –contra toda evidencia– en su "voluntad de consenso"

Podríamos recurrir a la expresión española de "dar tiempo al tiempo", para ver si Zapatero pretende de verdad llegar a un consenso con las organizaciones que convocaron la multitudinaria manifestación del pasado sábado contra la LOE o, por el contrario, se trata de una nueva farsa, como a las que tan acostumbrados nos tiene la trayectoria de este presidente que tanto sonríe a quien tan poco escucha. Lo que es seguro es que el "tiempo" necesario para comprobarlo será escaso, pues el presidente, tras reunirse con los convocantes y asegurarles de que hay "voluntad de negociación", se sigue negando, al tiempo, a paralizar el tramite parlamentario del origen de la disputa.
 
Si no fuera este dato, ya de por sí, lo suficientemente elocuente. Hasta la fecha, José Luis Rodríguez Zapatero no ha modificado ninguna iniciativa política, por mucho rechazo popular que, contra ellas, se evidenciara en la calle o en los sondeos de opinión. Hasta la multitudinaria manifestación del pasado sábado, el Gobierno se había negado a llegar a un acuerdo –incluso a recibir– a los mayoritarios sectores de la Enseñanza contrarios a sus propuestas educativas. Ni siquiera tres millones y medio de firmas presentadas por la CONCAPA hicieron variar la trayectoria de un Gobierno que sólo ha demostrado tener oídos y sensibilidad para sus marginales y radicales socios parlamentarios. Incluso tras la histórica manifestación del pasado sábado –y, a pesar del anuncio de Zapatero de que se reuniría con los convocantes– el propio Gobierno y el PSOE los han seguido difamando, tergiversando y en el mejor de los casos ninguneando.
 
Con esta trayectoria pasada y negándose a parar las máquinas, ¿cómo pretende Zapatero que alguien se pueda creer de verdad que está dispuesto a cambiar el rumbo?
 
Al negarse a modificar su determinación de devaluar la asignatura de Religión y al ofrecer, simplemente, vagas promesas de hacer suyas algunas de las enmiendas del sector educativo, lo que Zapatero ha dejado este jueves en evidencia es, en todo caso, su ánimo de dividir a los oponentes de la LOE.
 
Si se niega a que la Religión y su optativa no confesional estén en pie de igualdad con el resto de las asignaturas, ¿qué valor dar al etéreo "margen de negociación" que Zapatero dice ahora otorgar al estatus jurídico de los centros concertados o al respeto al ideario de centro? Y en cuanto a las enseñanzas mínimas comunes para toda España, ¿a quién quiere engañar un gobierno que se apoya en formaciones separatistas que predican –por citar su más reciente exabrupto– que la Policía Nacional y la Guardia Civil han sido "fuerzas de ocupación" en Cataluña? Pero si, por no agraviarlos, ZP ha quitado la E de España hasta en el AVE, ¿alguien de verdad se cree que el presidente va a enfrentarse con sus socios para limar asperezas con los convocantes contra la LOE?
 
Para un Gobierno que tanto devalúa la Religión, hay que ver el monumental acto de fe que pide Zapatero para que algunos crean –contra toda evidencia– en su "voluntad de consenso".

En España

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