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Juan Carlos Girauta

20 de noviembre de 1975

En la ingenuidad de mis catorce años, no podía imaginar que los periodistas catalanes estaban escribiendo, como aquel niño republicano, lo contrario de lo que pensaban. Si es que no te puedes fiar de la prensa

El día que murió Franco yo tenía catorce años y cursaba primero de BUP. Al llegar al colegio de los jesuitas de la calle Caspe, el portalón permanecía cerrado; eran casi las nueve de la mañana. Tras unos minutos de desconcierto, los alumnos que esperábamos en la calle, a punto de estallar de júbilo ante el rumor de una inesperada semana de vacaciones, vimos asomar la cabeza de un cura risueño. Su alegría no estaba relacionada exactamente con la suspensión de las clases. Confirmó el rumor y desapareció. Ese día compré varios diarios: Tele Exprés, La Vanguardia Española, Diario de Barcelona, El Noticiero Universal, La Prensa. Los hojeé y los metí en la carpeta que, un cuarto de siglo después, acabo de abrir. ¿Cómo vivió Barcelona aquel acontecimiento histórico?
 
Tele Exprés, lo más progre del momento, editorializaba en primera página bajo el título Un momento de dolor: “Como afirmaba en repetidas ocasiones el propio Franco, todo está atado y bien atado. Esto es lo que, junto al dramatismo del momento, da esperanza al pueblo, que ve en Juan Carlos de Borbón –el hombre en quien Franco por decisión específica y personal ha depositado el futuro– al dirigente capaz de afrontar el devenir que espera a nuestro país.”
 
En La Vanguardia Española, fotos sobre Franco y Cataluña: “postrado a los pies de la Virgen de Montserrat”, “en el Vallés desolado”, poniendo en marcha un grupo de la central de salto de Bohí, “contemplando el baile de las sardanas” en Tarragona. Título del editorial: Grandeza histórica. Llaman a Franco “viejo y glorioso guerrero” y destacan el “ambiente de general respeto transido de adhesión y fervor político en unos, de humanísima comprensión en todos”.
 
El Diario de Barcelona comunica en portada que “El pueblo español se había acostumbrado a confiar en que la singular fortaleza de Franco iba a demorar todavía más el fatal desenlace” y acusa “una sensación de momentáneo desamparo” a pesar de que “Franco, previsoramente”, había evitado que la nación quedara “en un vacío de poder”. En el editorial, Sentido previsor de Franco, se recuerda que “Esta España (…) ha conseguido la mayor tasa de prosperidad en todo el curso de su historia contemporánea”.
 
El Noticiero Universal abre su especial con una interesante reflexión: “En esta tierra, donde tan frecuente y sencillo es ensuciar la vida privada de las personas relevantes, jamás circuló [especie] alguna conducente a difamar a Francisco Franco, hombre. Incluso sus adversarios ideológicos, que le combatieron ásperamente en la cancha política, no encontraron argumentos para llevar las querellas al terreno doméstico. Su honestidad fue brújula en la andadura.”
 
En la ingenuidad de mis catorce años, no podía imaginar que los periodistas catalanes estaban escribiendo, como aquel niño republicano, lo contrario de lo que pensaban. Si es que no te puedes fiar de la prensa…

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