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GEES

Más bombas

Es cierto que ETA no mata. No lo hace porque en la actual coyuntura política le es más rentable no hacerlo. Eso no significa que renuncie a asesinar en un futuro y que de hecho se esté preparando para hacerlo

ETA aleja las expectativas de tregua. Lo hace con un comunicado en el que exige condiciones políticas como la autodeterminación para avanzar en un hipotético proceso de paz. Lo hace también colocando cada vez un mayor número de bombas que ponen en entredicho a un presidente del Gobierno empeñado en un discurso de entendimiento con los terroristas.

Es cierto que ETA no mata. No lo hace porque en la actual coyuntura política le es más rentable no hacerlo. Eso no significa que renuncie a asesinar en un futuro y que de hecho se esté preparando para hacerlo. Ya ha conseguido burlar la Ley de Partidos manteniendo una representación institucional en el Parlamento vasco. Ha conseguido también romper el aislamiento social con un Gobierno español empeñado en abrir un proceso de dialogo con ellos. Ha recuperado la iniciativa estratégica marcando la agenda de la negociación y de los atentados. Ha vuelto a imponer la disciplina interna tanto a su brazo político como al colectivo de presos. No es mal balance para la organización terrorista tras año y medio de gobierno Zapatero.

Su gran apuesta ahora es lograr que Batasuna pueda presentarse a las próximas elecciones municipales. Su presencia en los ayuntamientos vascos y navarros es una fuente de legitimidad política, de iniciativa estratégica y de financiación de la que la banda terrorista sabe no puede prescindir. ETA quiere además que figure en las listas su primera marca política y no sucedáneos, como el Partido Comunista de las Tierras Vascas, que rebajan la calidad de su acción política.

Para lograr ese objetivo los terroristas parecen dispuestos a seguir sin cometer asesinatos por unos meses. En las condiciones en las que se encuentra la banda, esta tregua no declarada de atentados mortales le viene muy bien para tratar de recomponer sus maltrechas infraestructuras operativas y logísticas. A cambio es previsible que aumenten el número de acciones para demostrar al Gobierno su capacidad en caso de que no se pliegue a sus exigencias.

Esta situación pone al Gobierno en un dilema difícil. Por un lado, no será fácil que Batasuna pueda presentarse a las elecciones sin modificar la actual Ley de Partidos. Pero Zapatero tendrá dificultades políticas muy serias si pretende acometer esa reforma con la firme oposición mostrada por el PP a toda concesión a los terroristas y sin ningún avance que lo justifique ante la opinión pública. Pero si no se pliega a las exigencias de los terroristas, estos pueden iniciar una campaña de atentados mortales que frustre definitivamente toda expectativa de paz y ponga en evidencia el tremendo error del cambio de estrategia en la lucha contra el terrorismo efectuado temerariamente por el Presidente.

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