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EDITORIAL

Mantener a Moratinos alejado de Bruselas

Lo que no sabemos es si el temor de Solbes ha llegado al extremo de haber intervenido para que una persona con el historial de Moratinos no estuviera al frente de unas negociaciones presupuestarias que pudieran desbordar las capacidades de su compañero

La gira por África que Miguel Ángel Moratinos ha emprendido la misma semana en la que todos los demás ministros de Exteriores de la UE se dedican a una frenética y decisiva negociación de cara a la cumbre del día 15, en la que se deciden los presupuestos de la UE para los próximos siete años, ha despertado la lógica estupefacción en buena parte de la opinión pública española.
 
Por muy útil que pueda resultar que Moratinos busque en África acuerdos de repatriación de inmigrantes ilegales –tratando con ello de atajar un fuego que, en parte, ha alimentado la disparatada política de regularización llevada a cabo por su compañero de Gabinete, Jesús Caldera–, en principio, no es de recibo que el ministro de Exteriores español no haya escogido para ello otras fechas que le permitieran asistir, junto al resto de sus colegas europeos, a unas reuniones comunitarias en las que tanto se juega España. Más aun cuando nuestro país pretende liderar la oposición de los países que reciben más de lo que aportan al llamado "cheque británico", mecanismo por el cual se ha estado retribuyendo a Reino Unido por las subvenciones agrarias que disfrutan otros países de la Unión Europea.
 
El ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, ya ha ido preparando durante meses a la opinión pública, cara a la más que previsible y multimillonaria pérdida de fondos destinada a España. Lo que no sabemos es si el temor de Solbes ha llegado al extremo de haber intervenido para que una persona con el historial de "desatinos" de Moratinos no estuviera al frente de unas negociaciones presupuestarias que pudieran desbordar las capacidades de nuestro ministro de Exteriores. Es precisamente en estas decisivas negociaciones previas a las cumbres donde prácticamente se cocinan los acuerdos que, posteriormente, en la cumbre, se terminan de aderezar con la presencia de los jefes de Estado y de Gobierno, para la que, por lo visto, se reserva también la tardía presencia del ministro de Exteriores español.
 
Si en el propio gobierno español hay conciencia de las limitaciones del ministro de Exteriores, no podemos sino respaldar esa decisión de mantenerlo alejado hasta el último momento. Lo que no entenderíamos, en tal caso, son las ganas de mantener en el cargo a una persona de cuyas capacidades duda su propio Gobierno. Si, por el contrario, todos los miembros del gobierno de ZP –incluido Solbes– confían en la firmeza y habilidad negociadora de nuestro ínclito ministro de Exteriores, lo que no entendemos es que no lo pongan al frente, como responsablemente han hecho todos los demás gobiernos con sus respectivos ministros.
 
En cualquier caso, visto como está peleando el Gobierno británico en favor de un "cheque" –que, de mantenerse, seguiría haciendo a Reino Unido un contribuyente neto a una Unión Europea que se gasta la mitad de su presupuesto en ayuda agrícola–, nos tememos que las simples proclamas a favor de un "presupuesto justo y europeísta", no basten para defender los intereses españoles. A eso, sin embargo, se ha limitado prácticamente quien ha venido a sustituir a un ministro que, como Moratinos, o bien ha cometido la irresponsabilidad de no acudir a unas negociaciones decisivas, o bien es tan incompetente que supone un ejercicio de responsabilidad mantenerlo alejado hasta última hora.

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