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Pablo Molina

El Doctor Curringstone, supongo

Y es que tanta displicencia en un asunto como el presupuesto europeo para el próximo ciclo, con muchos miles de millones de euros en juego, es sospechosa incluso para el gobierno ZP, que no destaca precisamente por su laboriosidad.

La experiencia de un año y medio de gobierno demuestra que las probabilidades de que un problema determinado se resuelva crecen de forma directamente proporcional a la distancia a la que Moratinos se encuentra del mismo. Por tanto, en términos de utilidad nacional, debemos felicitarnos de su venturosa ausencia en las reuniones preparatorias del inminente Consejo Europeo. El hecho de que haya abandonado incluso el continente es un motivo más para la esperanza, aunque los pobres africanos tengan todo el derecho del mundo a denunciar nuestro egoísmo.

Sin embargo, el problema con el gobierno ZP, como ocurre siempre, es no saber qué es lo que realmente pretende con su acción política. Ni hacia donde va, o quiere ir, ni de donde se supone que viene. Porque quizás la posición española respecto a los fondos presupuestarios de la UE para los próximos siete años esté ya cerrada, digamos, desde el día en que Durao Barroso visitó con nocturnidad al inquilino de La Moncloa, en cuyo caso, la polémica sobre nuestra rendición europea quedaría perfectamente aclarada. Y es que tanta displicencia en un asunto como el presupuesto europeo para el próximo ciclo, con muchos miles de millones de euros en juego, es sospechosa incluso para el gobierno ZP, que no destaca precisamente por su laboriosidad.

Si algo nos ha enseñado Rodríguez en estos veinte meses, es que toda sospecha sobre su gobierno es esencialmente razonable, por descabellada que pueda parecer. Salvo prueba en contrario, aún por descubrir, el mantenimiento del poder es el único principio que informa su política, la mar de progresista por otra parte. ¿Es ZP capaz de renunciar a nuestro trozo del pastel presupuestario europeo, que otros países están defendiendo con uñas y dientes, para compensar así ciertos favores recibidos? Si hacemos un somero repaso a las concesiones del gobierno a los partidos políticos o grupos de presión a los que debe el poder, la pregunta se responde por sí misma. La solución a este interrogante es lo que nos permitiría, además, dar sentido a la repentina pasión africana de nuestro responsable (es un decir) de Exteriores. Si el gobierno ZP considera lealmente que lo mejor para España es renunciar a los fondos europeos a cambio de que le sea cedida la competencia exclusiva para resolver sobre el opón, debería explicarlo así para que todo el mundo conozca sus prioridades. Si, por el contrario ―¡bazofia informativa!― insiste en esa mezcla de arrogancia liberticida y vagancia institucional (más o menos) fingida, no podrá quejarse de que los ciudadanos hagan sus conjeturas para encajar las piezas de este puzzle, por otra parte, tan sencillo de resolver.

Ahora bien, lo que nunca podrá explicarse es por qué ni siquiera en África Moratinos es capaz de estar, aunque sólo sea un día, sin meter la pata hasta el corvejón.

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