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EDITORIAL

España, de saldo

Zapatero actúa como si no hubiera futuro. Vendiendo los intereses españoles como los saldos por liquidación. No se adivina en él un hálito de patriotismo, de preocupación por los intereses del conjunto de los españoles a largo plazo

Se ha cerrado el acuerdo de los 25 sobre el presupuesto comunitario de 2007 a 2013 con un resultado que no puede sorprender a nadie. España es una de las grandes perdedoras, sino la que más se ha dejado en estas semanas de negociaciones que comprometían la posición de cada país respecto de las finanzas de la Unión Europea. La entrada de nuevos miembros con rentas medias notablemente inferiores a la de la UE de los 15 cambiaba la posición relativa de España, tradicionalmente beneficiada por los fondos europeos destinados a favorecer a las economías más pobres de la Europa unida. En consecuencia, era previsible que España viera mermar los fondos que recibiría en los nuevos presupuestos. Pero la reducción en más de 40.000 millones de euros es de una magnitud enorme, que en absoluto se puede justificar por la anterior consideración. A la luz de toda Europa, España ha sido una de las grandes perjudicadas de los nuevos presupuestos, sin género de dudas. Tony Blair no ha podido ser más claro al respecto.
 
Tenemos que plantearnos porqué hemos llegado a una situación tan lamentable. La respuesta más inmediata es la pura y simple incompetencia. Pero resulta imposible no acordarse del encuentro secreto de José Luis Rodríguez Zapatero con José Manuel Barroso, el día antes de que las autoridades de Bruselas le hicieran el favor a nuestro Gobierno de dejar en sus manos el asunto de la OPA del banco de Montilla, vía Gas Natural, sobre Endesa. ¿Qué le exigió Barroso a Zapatero con tal de abstenerse vergonzantemente de este asunto?
 
Pero estas consideraciones nos llevan a la cuestión esencial. José Luis Rodríguez Zapatero no tiene el más mínimo problema moral en renunciar a la defensa de los intereses de todos los españoles, mandando al ministro de exteriores al África en vez de batirse el cobre por cada euro que deje de ganar España, si ello le permite pagar sus pequeñas cuentas político-económicas que le permiten mantenerse en el poder. ¿Que el pacto del Tinell, firmado por el PSC y por ERC, socio de Gobierno, prevé la concertación de grandes empresas catalanas de energía? Pues se favorece la OPA sobre Endesa, para que la nueva sociedad tenga su sede en Barcelona, y no hay más que hablar. ¿Que hay que zafarse de las instituciones europeas en este asunto? Renunciamos a lo que sea en la negociación de los fondos europeos hasta 2013 a cambio de que Bruselas nos devuelva el asunto a nuestras manos y seguimos adelante.
 
Da la impresión de que Rodríguez Zapatero no tuviera un horizonte temporal más allá del marcado por sus socios de Gobierno. Y puesto que no ha llegado a acuerdos estables con ellos, sino que va salvando la situación con pactos puntuales, Zapatero actúa como si no hubiera futuro. Vendiendo los intereses españoles como los saldos por liquidación. No se adivina en él un hálito de patriotismo, de preocupación por los intereses del conjunto de los españoles a largo plazo. Lo único que parece preocuparle es hacer un nuevo equilibrio entre su partido, los socios de Gobierno, los numerosos intereses creados y la opinión pública.
 
El problema es que los intereses nacionales son reales. La pérdida de ayudas europeas es real y tiene una impronta sobre la economía de ciertas regiones españolas cierta y constatable. Y cuando las consecuencias económicas de su inacción comiencen a llegar, cuando cada familia, empresa o región empiece a hacer las cuentas y éstas no salgan, llegará el momento en que no pueda mantener el equilibrio y caiga de bruces contra la situación que él mismo ha creado.

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