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Thomas Sowell

La guerra según los medios

Ni nuestras tropas ni los terroristas están en Irak sólo para que los maten. Ambos tienen objetivos. Pero cualquier objetivo que alcanzamos tiene escaso eco en los principales medios de comunicación, si es que llega a ser mencionado.

Parece que a los medios se les ha ocurrido la fórmula de lograr que cualquier guerra de la historia se convierta en algo insoportable e imposible de ganar: basta con enfatizar las victorias del enemigo y nuestras bajas.

Las bajas sufridas por el enemigo no son noticia, no importa cuán grandes o pertinaces sean esas bajas ni tampoco que indiquen claramente la pérdida de fuerzas del enemigo. ¿Cuáles son las victorias del enemigo en Irak? La matanza de americanos y la de civiles iraquíes. Ambas son grandes noticias en los principales medios de comunicación, día tras día, 24 horas al día.

¿Alguna vez ha pensado alguien que alguna guerra podría librarse sin muertes en ambos bandos? Cada muerte es una tragedia tanto para el muerto como para sus seres queridos. Y sin embargo, ¿hay algo en el promedio de bajas americanas en Irak que las convierta en algo más grave que las bajas sufridas en cualquier otra guerra que hayamos librado?

Al contrario, las muertes americanas en Irak son una mínima parte de lo que han sido en otras guerras de nuestra historia. Los medios han montado una gran producción mediática sobre la acumulación de víctimas mortales, anunciando a bombo y platillo la muerte número 1.000 con múltiples artículos a toda página en el New York Times y una cobertura similar en televisión.

La muerte número 2.000 fue igualmente prevista, casi con impaciencia, por parte de los medios y, cuando llegó, intentaron provocar otro gran revuelo. Pero, ¿acaso la promoción exagerada que se le ha dado en los medios convierten la cifra de 2.000 bajas en más de 2 años en algo inusitado? Los Marines perdieron más de 5.000 hombres durante la captura de una isla del Pacífico durante un período de 3 meses en la Segunda Guerra Mundial. En la Guerra de Secesión, los confederados perdieron a 5.000 hombres en un solo día en una sola batalla.

Y no obstante, allí estaba Jim Lehrer del programa "News Hour" preguntándole solemnemente al Secretario de Defensa Donald Rumsfeld sobre los diez americanos que habían muerto ese día. Es difícil imaginar a alguien, en alguna guerra anterior a ésta, haciendo semejantes preguntas a algún funcionario a cargo de tener que librar una guerra.

Hemos perdido más hombres en victorias aplastantes de guerras previas. Durante la batalla aérea sobre las islas Marianas en la Segunda Guerra Mundial, los americanos derribaron a cientos de aviones japoneses perdiendo unos 30 de los suyos. Si los medios de comunicación de entonces hubiesen informado del modo en que lo hacen hoy en día, todo lo que nos habrían dicho sería que más de dos docenas de americanos habían muerto ese día.

Ni nuestras tropas ni los terroristas están en Irak sólo para que los maten. Ambos tienen objetivos. Pero cualquier objetivo que alcanzamos tiene escaso eco en los principales medios de comunicación, si es que llega a ser mencionado. Nuestras tropas pueden matar diez veces más enemigos que ellos y eso no es noticia de importancia para la mayor parte de los medios, si es que se llega a mencionar. No interesa cuántos pueblos les quiten de las manos a los terroristas las tropas americanas o iraquíes, simplemente no es noticia de portada como sí lo son las bajas e incluso los discursos agoreros de algunos políticos. El hecho de que se haya demostrado que estos políticos, pájaros de mal agüero, se han equivocado una y otra vez, no evita que sus más recientes protestas eclipsen las victorias duramente ganadas por las tropas americanas estacionadas en Irak.

Los agoreros afirmaban que los ataques terroristas harían imposible que hubiesen elecciones el pasado mes de enero ya que muchos iraquíes estarían asustados para salir a votar. Los agoreros instaron al aplazamiento de las elecciones. Pero hubo un mayor porcentaje de voto entre los iraquíes en esas elecciones –y en las siguientes– que el porcentaje entre los americanos en las presidenciales del año pasado.

La total ignorancia de la historia permite que cualquier guerra con cualquier número de bajas sea representada en los medios como un rotundo fracaso.

Incluso después de que la Alemania nazi se rindiese al final de la Segunda Guerra Mundial, empecinadas unidades de la guerrilla nazi aterrorizaron y asesinaron a funcionarios y civiles alemanes que cooperaban con las autoridades de la ocupación aliada. Pero nadie sugirió que abandonásemos el país. Nadie fue tan tonto como para pensar que uno podía anunciar por adelantado cuándo iban a retirarse las tropas o que se podía alentar al enemigo anunciando un calendario de retirada.

Nunca ha habido la más mínima duda acerca de que retiraríamos las tropas de Irak en cuanto fuese factible. Sólo el tiempo y las circunstancias nos pueden decir cuando. Y sólo los políticos irresponsables y los medios de comunicación piensan que debe ser de otra manera.

©2005 Creators Syndicate, Inc.
* Traducido por Miryam Lindberg

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