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Emilio J. González

Las cuentas de Zapatero

Ese buen resultado del que tan orgulloso se muestra Zapatero en realidad es producto de la herencia recibida por ese Gobierno del PP al que tanto critica.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acaba de ponerse él solito la medalla de buen gestor de la economía, al anunciar que las cuentas públicas cerrarán este ejercicio con un superávit del 1% del PIB. Sin duda, todos aquellos que seguimos con preocupación la política económica del Ejecutivo nos alegramos de que este año las cosas hayan ido bien. El problema es que Zapatero se ha puesto una medalla que no merece.

Ese buen resultado del que tan orgulloso se muestra Zapatero en realidad es producto de la herencia recibida por ese Gobierno del PP al que tanto critica. Fue el equipo de Cristóbal Montoro, como ministro de Hacienda, quien dejó preparado todo para lograr semejante buen resultado y los socialistas, cuando aprobaron el presupuesto para 2005, el primero de su legislatura, apenas tuvieron tiempo de introducir cambios en la política fiscal. En consecuencia, se trató de un presupuesto continuista, que debe mucho al bien hacer del PP en materia de política económica, y se nota porque gracias a su labor la economía ha crecido este año en torno al 3,5%, lo que ha favorecido los ingresos por el Impuesto sobre la Renta, mientras que el fuerte crecimiento experimentado por el Impuesto de Sociedades obedece a los buenos resultados empresariales de 2004, cuya tributación se ha recogido en este ejercicio. En todo esto, por tanto, en lo único en que se nota la mano del Gobierno socialista es que no había hecho nada para estropear las cosas. Pero 2006 ya es otro cantar y veremos si para entonces ZP se muestra tan orgulloso de la gestión del Ejecutivo que preside, porque en ella es donde residen los problemas.

De entrada, el próximo ejercicio viene cargado de previsiones de desaceleración de la economía mundial y de subidas de los tipos de interés en Europa, lo que, sin duda, disminuirá el ritmo de la recaudación tributaria. Por sí solo, este hecho no debería presentar dificultad alguna a la hora de preservar el déficit cero, ya que partimos de una buena situación en las cuentas públicas. El problema es que los presupuestos para este ejercicio vienen cargados de aumentos innecesarios en el gasto público, unos para contentar a los partidos que respaldan al PSOE en el Parlamento y otros por la propia política económica y social diseñada por el Ejecutivo, en las que todos los problemas se resuelven a base de dinero a falta de esas reformas estructurales que necesita la economía española y que, por lo visto hasta ahora, este Gobierno no va a acometer. No olvidemos que en el proyecto de presupuestos para 2006 elaborado por el Ejecutivo se prevé un crecimiento del gasto público muy superior al de la economía que veremos cómo se va a financiar si la subida de los tipos de interés empieza a frenar el consumo de los hogares, si el déficit exterior sigue campando tranquilamente por sus respetos y si el petróleo continúa haciendo de las suyas, como así parece que sucederá, con el agravante, además, de que la factura energética española se encarece tanto por la propia cotización del crudo como por la depreciación del euro frente al dólar, la divisa en la que se compra y vende el oro negro. Entonces veremos cuánto tiempo aguanta la sonrisa en el rostro de ZP al hablar de los presupuestos.

De momento, sin embargo, contentémonos con que en este año los socialistas no hayan hecho el estropicio que se perfila para el próximo ejercicio. E, incluso, concedámosle a Zapatero esa medalla que él mismo se pone. Seamos generosos que para eso estamos en Navidad, que en 2006 tendremos tiempo de sobra de hablar de las cuentas de ZP, de las cuentas y de los cuentos porque me parece que, en materia presupuestaria, la política de Zapatero se parece mucho al cuento de la lechera.

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