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EDITORIAL

El año decisivo

No le será fácil sacar adelante sus proyectos, que son contrarios a los intereses y a los deseos de la mayoría de los españoles, mientras queden medios de comunicación dispuestos a denunciar los proyectos radicales de Rodríguez Zapatero.

El año que comienza este domingo no estará condicionado por ninguna llamada a las urnas, pero no nos puede servir de consuelo, porque todo indica que en 2006 la vida nacional no va a estar menos convulsa que en 2005. José Luis Rodríguez Zapatero ha abierto en la cuestión autonómica no el debate sobre las competencias y la gestión de los asuntos ciudadanos, sino el del mismo ser de España. La dolorosa carrera para alcanzar un acuerdo con sus socios de Gobierno en torno al Estatuto catalán es síntoma de las enormes tensiones a que Zapatero está sometiendo a su Gobierno, a su partido y a España en este asunto. Esa tensión entre la radicalidad de suspender todo en el aire, desde la Constitución hasta la unidad de España, y el deseo mayoritario de los españoles de mantener la democracia constitucional, se acentuará el año que empieza. Y a estas alturas al Gobierno se le han agotado los conejos en la chistera. Llega la hora de la verdad. Llegó el momento de mostrar el camino elegido por Zapatero.

Ese camino, el del nuevo Estatuto para Cataluña, no se puede desvincular del todo de la negociación del Gobierno con la banda asesina ETA. El pacto de Carod-Rovira con la banda para que redirija sus bombas hacia otros españoles y el comunicado de ésta que une el futuro político de Cataluña y el del País Vasco son dos mojones que señalan una misma ruta. ETA se reforzaría en una España con su unidad en duda y el Gobierno se reforzaría con una tregua de la banda terrorista, ante una opinión pública que no desea ser testigo de la secesión de una parte de nuestro país. Este año veremos hasta dónde es capaz de llegar Zapatero.

No le será fácil sacar adelante sus proyectos, que son contrarios a los intereses y a los deseos de la mayoría de los españoles, mientras queden medios de comunicación dispuestos a denunciar los proyectos radicales de Rodríguez Zapatero. Por eso resulta vital la defensa de la libertad de prensa, que está siendo sistemáticamente atacada por el Gobierno y por el tripartito catalán. La creación de un ministerio de la verdad pergeñado por Montilla es expresión del miedo y del desprecio que tienen los socialistas por la libertad de expresión. En la lucha por esta libertad básica estará la defensa de la democracia española y de nuestra Carta Magna.

Los medios de comunicación seguirán siendo protagonistas también en su labor de desvelar cómo se creó y operó la serie de atentados cometidos tres días antes de las últimas elecciones. La verdad sobre el 11-M, que hoy solo podemos vislumbrar, no es para nada del interés de este Ejecutivo. Pero su esclarecimiento es un mandato democrático insoslayable que quedará casi en exclusiva para lo que queda de prensa crítica.

Nada indica que este será un buen año para José Luis Rodríguez Zapatero. Es el momento de desvelar su estrategia, de tomar posiciones. En concordancia, es también un año decisivo para la oposición, encarnada en exclusiva por el Partido Popular. El partido de Rajoy prevé una convención en primavera en la que se marcará el discurso que mantenga, previsiblemente, hasta las elecciones regionales y municipales de 2007. Hoy, más que otras veces, la defensa de las libertades de los españoles es la defensa de la idea de España que reconoce nuestra Constitución y no otra puede ser la guía de la oposición al Gobierno socialista.

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