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José Vilas Nogueira

Año nuevo, viejas preferencias

La opinión pública, al menos aquí y ahora, es insensible a los resultados de la gestión gubernamental, salvo quizá en el terreno de la economía doméstica

Entre los rituales de salida y entrada de año, el observador de la vida política se ha visto obsequiado con un par de encuestas sobre la opinión de los ciudadanos respecto del Gobierno y de la oposición, y extremos similares, y sobre su actual intención de voto. Tanto los dirigentes del Partido Popular como algunos analistas han subrayado que estas encuestas (publicadas, respectivamente, por La Razón y El Mundo) indican un deterioro de la imagen del Gobierno y una mejoría de las expectativas electorales del PP, más acusada ésta en la primera que en la segunda.
 
Supuesta la corrección de estas encuestas y al margen de cualquier juicio sobre la pertinencia de aquellos análisis, a mi, que no soy político ni analista electoral, sus datos me han dejado melancólico cual trifinus ("trifinus melancolicus" es el nombre científico del percebe, según el competente libro Viajes morrocotudos, de Juan Pérez Zúñiga, publicado por la Biblioteca Nueva. en 1943, que, me temo, no será recomendado en la nueva asignatura de "Formación del espíritu progre-nacionalista").
 
Aunque no más sea que por buscar algún alivio, les expondré con alguna circuntancia las fuentes de que mana esta negra bilis que me acongoja. Persuadido estoy de que desde hace muchos años no padecíamos los españoles un Gobierno tan incompetente, hasta lo risible; tan aventurero, hasta lo temerario; tan entrometido en la libertad ciudadana, hasta el arbitrio despótico; tan mendaz, hasta el descaro, como el de Zapatero. No se me oculta, que un juicio tan negativo no necesariamente es compartido por otros muchos ciudadanos. Pero, con la que está cayendo, esperaba yo, pobre estúpido, que una gran parte de la opinión pública, aunque fuese de modo más benévolo, habría tomado nota de la desastrosa gestión gubernamental.
 
Pues, no. Al menos, según la encuesta de SIGMA DOS, publicada por El Mundo, la opinión confía abiertamente en la capacidad de gestión del Partido Socialista. El cuestionarío incluía la siguiente pregunta: "Entre un gobierno del PSOE y otro del PP, ¿cuál cree que gestionaría mejor...?", referida a doce políticas distintas o sectores de la actividad gubernamental. Para mi asombro, en todos y cada uno de los sectores, la opinión confía más en un Gobierno del PSOE que en uno del PP.
 
Donde el PSOE tiene mayor credibilidad es en ¡la política referida a la libertad de expresión! Manda carallo, que decimos en mi tierra. Un 48,5% de los encuestados confía más en este terreno en el PSOE y sólo un 24,7% en el PP. Tras el atentado ya consumado del Consell Audiovisual de Catalunya, tras el atentado, en trance de consumación, de su duplicación, como Consejo Audiovisual del Estado, tras el propósito indisimulado de cerrar la COPE, salvo que se avenga a la domesticación, tras toda una política, en fin, de restablecimiento de la censura, éste es el sector de la actividad gubernamental en el que el PSOE obtiene más crédito. Y el PP menos, el segundo por la cola de sus resultados. Tantos tiquismiquis de los Gobiernos de Aznar con los medios "progresistas" (no se fueran a enfadar), y cría cuervos que te sacarán los ojos, y completen ustedes retahila sanchesca, que el centenario del Quijote ya se ha acabado y para el próximo todos calvos, etc.
 
Lo que me conduce a confirmar una vieja impresión. La opinión pública, al menos aquí y ahora, es insensible a los resultados de la gestión gubernamental, salvo quizá en el terreno de la economía doméstica, y por esto no se pregunta en esta cuestión (sí, en otras, pero sin conexión con la confianza relativa en la gestión de un Gobierno socialista o uno popular). Sólo en el peor sentido posible de la expresión, en un sentido orwelliano, nuestro sistema es un régimen de opinión: sólo existe lo publicado y lo publicado vale según el valor que le atribuyan los medios de masas hegemónicos (dominados por el Gobierno o dominadores del Gobierno). Veamos algún otro resultado confirmatorio.
 
El 42,6% confía más en la gestión socialista de la vivienda (frente a un 25,6% que preferiría una gestión popular). Si se repara en la gestión, por llamarla de alguna forma, de la increíble Ministra de Vivienda (por otra parte, pesimamente valorada por los mismos encuestados), la cosa tiene su mérito. Al margen de esa ausencia de gestión, no hay ningún dato objetivo que permita adivinar en qué basan los ciudadanos esta expectativa. Con el medio ambiente ocurre cosa parecida, nada menos que el 46,2% de los ciudadanos confían más en la gestión socialista de la materia (frente a un exiguo 22,3% que se inclina por una gestión popular). Más o menos, esta Ministra repite a la anterior y también se repite la incógnita que suscita esta preferencia ciudadana.
 
Más Ministras y más políticas. El 39,9% confía más en una gestión socialista de la sanidad (frente a un 29,4% que preferiría una gestión popular). La Ministra de Sanidad, aparte de pasear su imagen anoréxica, no ha hecho otra cosa que impulsar la Ley de restricción del consumo de tabaco (cuya entrada en vigor demostró particular mala uva, al estrenarla con el nuevo año; si se hubiese acogido al período ordinario de vacatio legis, los inconvenientes hubiesen sido menores; pero, claro, se trata de llamar la atención, cuánto más, mejor; política de imagen en la jerga de los expertos). Claro que esta Ministra ha anunciado una nueva ley restrictiva, esta vez del consumo de alcohol. Si yo fuese un político del Partido Popular rogaría a Dios que persistiese en el propósito, porque eso sí que no lo resistiría ni Zapatero, ni sus socios (alguno se vería súbitamente acometido de delirium tremens), ni todas las furias del averno. ¡Si ni siquiera han podido soportar un amago de boicot al cava!
 
Por el contrario, la anterior Ministra del ramo con el Gobierno de Aznar hizo una labor muy estimable. ¿En qué se basa, pues, la opinión ciudadana? Tampoco se sabe. Consideremos algunos Ministros, para ir concluyendo. En materia de Defensa, el 41,8% de los ciudadanos confía más en una gestión socialista (frente al 30,6% que la preferiría popular). Tampoco aquí será por los éxitos acumulados por el increíble Ministro Bono, que declara preferir que nuestros soldados sean matados antes que maten, al que se le caen los helicópteros, sin que se pueda saber porqué, el enemigo de la guerra de Irak, que manda nuestra mejor fragata a custodiar a un portaaviones estadounidense ("misión doctrinal", según el alto mando de la Armada) participante en esa "odiosa" guerra. No parecería muy razonable confiar en la gestión socialista de estas materias.
 
Y en materia de justicia, tres cuartos de lo mismo. El 38,7% confía más en la gestión socialista (frente a un 29,3% que optaría por una gestión popular). Los españoles preferimos confíar la justicia a los enterradores de Montesquieu, a los partidarios teóricos y práctico de su politización, a los políticos que pretenden subordinar al Consejo General del Poder Judicial a sus intereses de partido, a quienes pretenden sustituir el Tribunal Supremo por diecisiete tribunales políticos nacionalistas o paranacionalistas, a quienes están postulando el siniestro y despótico invento de los jueces de proximidad.
 
Mira qué bien. Menos mal que ya falta algo menos que un año para las campanadas de nochevieja y los "creativos" programas televisivos que nos las ofrecen. Eso no cambia; la necedad humana, tampoco.

En España

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