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Amando de Miguel

Frases hechas y por hacer

Jaime Lerner (Tel Aviv, Israel) aporta una curiosa frase hecha que oyó a su abuelo sefardí, que vivía en la provincia de Entre Ríos, Argentina. En lugar de la expresión “traído por los pelos” (= de manera forzada o con escasa oportunidad), el abuelo le dijo: “Oye Jaimico, hijo, no me traigan el ejemplo de la calabaza con pelos”. Simplemente, el abuelo había introducido una expresión de los judíos ashkenazíes (los de cultura eslava): mushl kabak (= argumento calabaza). Era el equivalente de “traer por los pelos”. Es un bonito ejemplo de fecundación de una lengua por otra. Enhorabuena, Jaimico y feliz año nuevo (aunque un poco retrasado para el cómputo judío). Por lo menos, feliz semana de Januca y próspero 5766.
 
José García Aguilar (Archidona, Málaga) me envía una lista de expresiones de su tierra francamente chispeantes. Transcribo algunas:
 
Pegar la tostá (= sumarse a una reunión haciéndose el pesado).
Volcar la pileta (= echar la casa por la ventana, hacer algo en el límite).
Dar patás a la olla (= actuar en contra de los intereses de uno).
Échame el teléfono (= llámame por teléfono).
Hacer la sanmiguelá (= hacer su agosto, sacar buenos beneficios de un negocio. Por San Miguel se recogían los beneficios del año agrícola).
Ir al oculista de los ojos (Una expresiva redundancia).
Saber más que un escolapio (En Archidona es famoso el colegio de Escolapios, donde estudió Blas Infante).
Tener tripas por estrenar (= salir con gracia de las situaciones difíciles).
 
Como puede verse, los de la plaza ochavada son finísimos.
 
Celestino Mora Díaz-Pinto observa que “aquí, en Asturias, cuando hay una persona con gran capacidad para comer se dice que tiene un gran saque. Parece que debía ser un gran mete. ¿Se usa esa expresión [del saque] en otras provincias?”. Ya lo creo que sí. “Tener buen saque” equivale en toda España, y supongo que en buena parte de América, a la disposición para comer y beber con generosidad e incluso sin tino. No sé de dónde puede venir ese término. Es posible que su origen esté en el juego de pelota o del tenis. En ese caso el jugador que tiene buen saque es el que empieza dominando la partida. Esa alusión deportiva implica la acción de comer y beber en compañía como una especie de competición a ver quién resiste más. Ya se sabe “la ley del pobre en la mesa: antes reventar que sobre”.
 
L. Gasca anda intrigado con la expresión (grosera pero muy corriente) de “hacerse una paja”, como equivalente de la masturbación masculina. Él mismo propone una explicación: uno “se hace paja” al separarse de la simiente. Francamente, no me convence. Camilo José Cela sostiene que la “paja” en el sentido masturbatorio no aparece hasta el siglo XIX, pero no aclara bien el origen. Únicamente propone que la “paja” sea una alusión al pene. Seguimos sin una explicación clara. Tengo para mí que sería útil seguir la pista de la expresión “polvo y paja”, las dos voces con una extendida aplicación sexual. Se podría pensar en la alusión al ejercicio de frotar el carrizo de la zambomba. Espero que algún libertario curioso resuelva el enigma.
 
Alejandro Cabetas discrepa de mi interpretación de la frase “como puta por rastrojo”. Su idea es que el rastrojo equivale a un terreno muy incómodo para caminar sobre él y no digamos para que una puta se tumbe sobre el surco y soporte “las refriegas de su cliente”. Francamente, no me figuro que ninguna puta elija ese modo de ejercer su triste oficio, pero, en fin, si se trata de buscar una imagen hiperbólica, puede valer. De todas formas, la expresión es “como puta por rastrojo”, no “como puta en el rastrojo”. Ese por avala mi interpretación de que se trata de la labor de espigar (= recoger las espigas caídas). No sé por qué “no tiene mucho sentido”, según asegura don Antonio.
 
A propósito de “recibir calabazas” (o dárselas), en el sentido de reprobar un examen o un curso, Carlos Fraile (Ecuador) aporta la variante de su país: “recibir zapatos” o “quedar zapatero”. Tendría que apuntarla nuestro presidente Zapatero para cuando visite el Ecuador. Ignoro la precisa conexión entre los zapatos y ser un mal estudiante. Se me ocurre que “zapato”, en castellano clásico, se asociaba con lo humilde, lo sucio, lo embarrado. Por eso mismo, zapatear era tanto como castigar, por ejemplo, en un combate de esgrima. Quizá en el Ecuador se haya conservado ese sentido originario.
 
Carlos Alonso Fontela sostiene que lo de hacer la pascua como equivalente de “perjudicar” es porque la Pasión de Cristo se sitúa en el tiempo de la Pascua. No me parece una explicación cabal, aparte de lo irreverente que resulta. De todas formas, no sería la única vez en que se emplean frases con un sentido irreverente, atenuado por el carácter hiperbólico del español coloquial. Así, “llevarle a uno por el camino de la amargura” [como a Cristo], “estar hecho un Cristo” o “un eccehomo”, “comulgar con ruedas de molino”.
 
Sobre la frase “tener más sueño que un turronero”, Carlos López Tejada añade otra versión. “En Andalucía, en todas las ferias (créame que conozco muchas) hay algún puesto de turronero. Comoquiera que los puestos están abiertos hasta altas horas de la madrugada, y para regocijo de muchos desde el mediodía, el turronero tiene poco tiempo para dormir”. Se acepta la explicación.
 
Pablo García González explica la aparente anomalía lógica de la expresión “no sé nada”. No es que sepa algo (como sería lógicamente), sino que lo ignora todo. Según un viejo profesor de don Pablo, el “no sé nada” es la contracción de “no sé nacida cosa”. Es un poco retorcida esa interpretación, pero ahí la dejo para la general curiosidad de los libertarios.
 
Juan José Garaeta Díaz (Málaga), narra una versión marinera de la frase “mandar a uno a hacer puñetas”. Las puñetas constituían “un adorno de la bocamanga de difícil mantenimiento, por lo que, coserlo o remendarlo era tarea fastidiosa e impropia de un soldado. Por ello era un castigo”. Por lo mismo “vete a la porra” era otra especie de castigo, pues la “porra” era el bastón de mando del sargento mayor en los antiguos Tercios. Bajo su custodia estaba lo que luego hemos llamado la “prevención” (= calabozo). Así pues, “mandarle a uno a la porra era castigarle bajo arresto”. Muy ilustrado.
 
Óscar Montañés (Kirkland, Washington, Estados Unidos) señala que para algunos mexicanos la palabra “puñetero” es el que se masturba mucho. Ya de puestos, don Óscar revela un neologismo particular que acuñó una amiga suya que aprendió el español con 20 años: “Cojoño”. Es una estupenda exclamación que no puede ser prohibida. Le sugiero otra en la misma vía popular: “Recojonostióforo”. La decía mucho un viejo amigo, gallego coñón él: Manuel Gómez-Reino.

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