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Ignacio Villa

La prueba de la mentira

El comentario de Zapatero ante periodistas –sin micrófonos– en el Palacio Real toca fondo. Es el final de una etapa que había terminado hace mucho tiempo pero que se negaban a reconocer desde el Gobierno y desde el PSOE

Hay que reconocer que en la presente legislatura hay momentos en que parece que la capacidad de asombro está agotada al extremo. Esa sensación dura muy poco, puesto que casi de inmediato vuelve a surgir una nueva entrega del presidente del Gobierno.
 
Este jueves, ante la próxima Asamblea de la ilegalizada Batasuna, la mañana se había convertido en una cascada habitual de declaraciones y valoraciones sobre la obligación o no de suspender esa reunión del brazo político de ETA. El Fiscal General del Estado se ponía de canto, la vicepresidenta de la Vega miraba hacia otra parte, los socialistas vascos veían con buenos ojos la reunión de Batasuna y desde el PP se denunciaba la presencia del logotipo de ETA en los carteles de esa Asamblea. En fin, cada uno en su sitio. Con un Gobierno entre la tibieza y la ambigüedad, enterrando cualquier discurso político contra la banda terrorista ETA y su entorno; y un Partido Popular defendiendo los principios básicos de la democracia y de la lucha contra el terrorismo. Dos actitudes cada vez más distantes.
 
En este contexto de enfrentamiento entre los dos grandes partidos ha surgido de nuevo la inverosímil posición del presidente del Gobierno. Rodríguez Zapatero se ha despachado en el Palacio Real, después de la audiencia real con el cuerpo diplomático. El presidente se ha descolgado en esta polémica, ante el asombro de todos, diciendo que la Ley de Partidos es muy restrictiva y que no se puede negar a nadie el derecho de reunión. Sinceramente, este hombre, ¿dónde nos quiere llevar? ¿A qué está jugando? Está faltando al respeto y al sentido común de todos los españoles.
 
El propio Zapatero que, estando en la oposición, impulsó el Pacto Antiterrorista y apoyó la ley de partidos con la ilegalización de Batasuna, se ha bajado –para siempre– del tren del sentido común. El presidente del Gobierno ha abierto de esta forma la puerta a la legalización de Batasuna, un gesto y una actitud que no se hace de forma gratuita. ¿A cambio de qué contraprestaciones está dispuesto el jefe del Ejecutivo a legalizar el brazo político de ETA? ¿En qué punto están las negociaciones con los terroristas? ¿Qué nos está ocultando descaradamente?
 
El comentario de Zapatero ante periodistas –sin micrófonos– en el Palacio Real toca fondo. Es el final de una etapa que había terminado hace mucho tiempo pero que se negaban a reconocer desde el Gobierno y desde el PSOE. Hasta ahora no había dudas de lo que se estaba tramando desde Moncloa, ahora ya tenemos las pruebas. Y, sinceramente, ver a un presidente del Gobierno dispuesto a ceder de esta forma ante los terroristas sobrecoge al más pintado. Este hombre no tiene escrúpulos. Y no parece que se quiera imponer un límite. Y lo que es peor, la capacidad de asombro no se agota. Mañana vendrá lo siguiente, no lo duden. Aunque con lo de hoy ya vamos servidos. Está dispuesto a laminar todos los resultados de la larga y costosa lucha contra el terrorismo.

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