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Agapito Maestre

Realismo contra secesionismo

Que Zapatero haya cerrado un acuerdo con CiU, pasando de ERC, mostrándose antes a los de Pujol que a los de Carod para continuar en una política secesionista de Cataluña es relevante del juego diabólico de Zapatero.

En el análisis político hay que ser muy realista si queremos darle sentido, comprensión, a todo aquello que quizá no lo tenga. Cuando oigo que Zapatero cierra ya el embrollo del Estatuto, repaso la prensa adicta al presidente y saco un par de conclusiones. Primera, los columnistas de este fin de semana de El País empiezan a estar secos respecto al Estatuto de Cataluña. Zapatero los tiene locos. No pensaban que fuera tan osado. Están fuera de juego. Refugiados en tópicos y lugares comunes niegan la evidencia. Estamos ante un bodrio de consecuencias trágicas, pero ellos se niegan a extraer conclusiones que no sean triunfalistas o enmascaradoras de la realidad.

Allá ellos, pero quien no prevea las desgracias que nos acarreará a todos los españoles, incluidos los de Cataluña, el cambalache de Zapatero con los secesionistas es que no tiene corazón o es un perro de presa del Gobierno socialista. Naturalmente, ningún demócrata puede esperar algo bueno de un acuerdo que excluye como mínimo a la mitad de los españoles. Sólo la estulticia política de quien se cree ideólogo de nacionalistas y socialistas puede creer que “si el presidente se sale con la suya, hay Zapatero para rato.” Por eso, para que no nos confundan con los estultos, no hay que entretenerse con ideólogos de poca monta, siempre prestos a descalificar por apocalíptico a quien levanta acta de la realidad; tampoco debemos perdernos en discusiones pseudoacadémicas con quien critica la vía sectaria y secretista adoptada por Zapatero para aprobar el Estatuto de Cataluña, pero termina estigmatizando al PP, a la oposición a Zapatero, por denunciar el proceder antidemocrático de éste.

Por fortuna, y esta es la segunda conclusión, a El País le libra de la ridícula palabrería de sus columnistas algunos de sus editoriales. Son perversos por su exagerada arbitrariedad, pero no estúpidos. Por lo tanto, recordemos un par de trazos del editorial del domingo del diario de Polanco y hagámoslos nuestros, porque serán determinantes de todos los desvaríos de los próximos meses. El título del editorial es revelador: “Estatuto a medianoche”. Quizá hubiera sido mejor decir a oscuras, en secreto y con premeditación, pero está bien porque refleja que costó sacarlo adelante y, por lo tanto, es tan “firme” como la voluntad de verdad que hay en la palabra de un nacionalista frente a la de un socialista.

Sin duda alguna, lo pactado será condicionante del futuro de la política española. Que Zapatero haya cerrado un acuerdo con CiU, pasando de ERC, mostrándose antes a los de Pujol que a los de Carod para continuar en una política secesionista de Cataluña es relevante del juego diabólico de Zapatero. Es un guiño maligno de Zapatero que no podía pasar desapercibido para los de ERC. Pero no llegará la sangre al río. Todos tragarán, porque ya han conseguido lo que pretendían. Tendrán “nación catalana”. El resto no importa, o mejor, no debería importar.

Sin embargo, esta política de secesión post-moderna tiene un inconveniente grave, gravísimo, que por fortuna, insisto, aún no ha olvidado El País: “Aprobar una ley orgánica de la entidad del Estatuto con el voto en contra del 41% de los diputados, que representan a casi diez millones de españoles, es un riesgo evidente.” Es, diría un castizo, algo más. Es un aviso a navegantes y hasta una señal para el optimismo.

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