Menú
GEES

La política del odio

Para la izquierda universal, española y americanas incluidas, los actos y sus palabras no tienen consecuencias. Aunque eso sea palpablemente falso. No quieren cargar con ningún sentido de la responsabilidad, sea histórica, política o moral.

Pocas cosas pueden ser más reveladoras del estado actual del Partido Demócrata americano que la imagen, durante el discurso presidencial sobre el estado de la Unión, de unos congresistas sentados, murmulleantes y sin aplaudir una sola de las iniciativas presentadas por George W. Bush. De hecho, la única que vez que como grupo se levantaron de sus asientos para aplaudir fue con motivo de la referencia del actual presidente a la inacción del Congreso sobre la seguridad social. Nada mejor representa hoy a los demócratas y a su rencor y política del odio que esa imagen.

La izquierda se ha convertido en la práctica en una política reaccionaria que no quiere ver los problemas que penden sobre la sociedad. En Estados Unidos, los liberales americanos, los demócratas, prefieren odiar a Bush y hundir a su país que actuar para la defensa de los intereses nacionales. No es de extrañar, por tanto, algunas de las propuestas que se oyen hoy por ese país, como esa de declarar la victoria en Irak y sacar las tropas de allí cuanto antes.

Para la izquierda universal, española y americanas incluidas, los actos y sus palabras no tienen consecuencias. Aunque eso sea palpablemente falso. No quieren cargar con ningún sentido de la responsabilidad, sea histórica, política o moral. Todo es válido para echar a su oponente del poder y todo vale para, una vez instalados en él, conservarlo.

La profunda polarización que aqueja hoy a los Estados Unidos tiene su reflejo también en Europa y muy especialmente en España, todavía nuestra nación aunque desgraciadamente no por mucho tiempo. El partido socialista aspira a lo mismo que los demócratas, a eliminar como alternativa política a su oponente, aquí el PP. Y está dispuesto a pactar con el diablo si hace falta. La diferencia entre América y nosotros es que en los Estados Unidos hay una sociedad civil muy consolidada y que viene moviéndose hacia el entorno conservador en los últimos años. Pero aunque no fuera así, los grupos sociales hacen imposible que haya vencedores y vencidos en una guerra civil política. Aquí no. El gobierno socialista cree de verdad que puede acabar marginando al Partido Popular, expulsándoles de las comunidades autónomas con aspiraciones nacionalistas y socavándole en el resto de España. Los demócratas norteamericanos se están suicidando lentamente porque con su actitud la gente percibe que nada de positivo guardan en cartera; en España, el rechazo a este gobierno hay que alimentarlo porque la frustración tiende a conducir a la pasividad.

En Internacional

    0
    comentarios