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Thomas Sowell

Mentiras verdes

Algunas de las más grandes lágrimas de cocodrilo vertidas por la necesidad de "preservar la tierra de cultivo" vienen de quienes no son agricultores, saben poco de agricultura y les importa aún menos.

No es frecuente que Rush Limbaugh y el columnista del New York Times Paul Krugman estén de acuerdo en algo, pero no hace mucho ambos coincidieron en apuntar a lo mismo en relación con los precios de la vivienda y ambos estaban en lo cierto. Ambos señalaron que, a pesar de la histeria sobre los altos precios de la vivienda, en la mayor parte de Estados Unidos la vivienda es bastante asequible. Pero en algunos lugares, los precios de la vivienda son astronómicos, tres veces el promedio nacional por ejemplo, en mucho de California.

A pesar de la antigua regla general de que la vivienda no debería costar más de la cuarta parte del sueldo, hay lugares en California en la que los inquilinos y los nuevos compradores de viviendas pagan por lo menos la mitad de sus ingresos por la ella. Esto puede ser un problema serio porque significa que solo les queda la otra mitad de los ingresos para pagar minucias como comida y ropa.

Es mucho más probable que estas situaciones tan duras figuren en los medios, en parte porque las malas noticias venden periódicos y producen mejores índices de audiencia televisivos. Además, las élites mediáticas tienden a vivir en sitios donde los precios de la vivienda no están al alcance de cualquiera, lugares como Manhattan, la costa de California y los suburbios pijos en los alrededores de Washington y otras ciudades.

Sin embargo, l a situación es muy distinta en la mayor parte del resto del país. Un estudio académico publicado en el número de Octubre de 2005 del Journal of Law and Economics concluía que: "En las expansivas ciudades de la zona central de Estados Unidos, el terreno sigue siendo barato, los costes reales de construcción disminuyen y la creciente oferta mantiene bajos los costes de la vivienda". En algunas ciudades, los precios de la vivienda incluso han bajado al haber aumentado la oferta de vivienda. Nada de esto debería resultar extraño; es oferta y demanda.

¿Por qué entonces hay sitios en concreto donde el coste de la vivienda se ha disparado? Porque en esos lugares la ley impide que mucho de ese terreno se destine para construir viviendas. Estas restricciones del uso de terrenos raramente se llaman restricciones del uso de terrenos. Les ponen nombres mucho más bonitos como leyes de "espacios abiertos", leyes para "preservar tierras de cultivo", leyes para prevenir el "crecimiento desordenado" o leyes de "cinturón verde" o cualquier cosa que se pueda vender políticamente.

A quien es dueño de su vivienda no le preocupa si esas leyes hacen que los precios se disparen por las nubes. Serán otros los que tengan que pagar esos precios mientras los actuales dueños ven el valor de su propiedad subir como la espuma. La tierra que podría permitir que otros construyeran su vivienda pasa a convertirse en terreno disponible gratuitamente para parques que disfrutarán esas exclusivas comunidades que, mientras tanto, usan esas leyes de "espacio abierto" para mantener fuera a las masas. Lo gracioso es que semejante egoísmo se pinta como idealismo.

El famoso economista Joseph Schumpeter dijo una vez que la primera cosa que uno hace por sus ideales es mentir. Muchos distinguen entre mentirijillas piadosas y mentiras gordas pero las mentiras más grandes de todas son las mentiras verdes.

Si creyéramos lo que dicen los ecologistas fanáticos, habría que concluir que sólo intentan salvar los últimos parches de terreno verde que quedan antes de que los pavimenten. Pero en realidad, el área de terreno de Estados Unidos cubierta por bosques es 3 veces más grande que el terreno ocupado por todas las ciudades y pueblos de todo el país. Sólo el 5% de la tierra es urbana. En otras palabras, usted podría doblar el tamaño de cada ciudad y pueblo de Estados Unidos y el 90% de la tierra seguiría aún sin urbanizar.

Buena parte de la histeria desatada en torno a la "salvación" de terrenos la encontramos en lugares donde construir ya está prohibido en casi toda la tierra disponible. Algunas de las más grandes lágrimas de cocodrilo vertidas por la necesidad de "preservar la tierra de cultivo" vienen de quienes no son agricultores, saben poco de agricultura y les importa aún menos.

Los excedentes agrícolas crónicos que le cuestan miles de millones al contribuyente son muestra de que hay demasiada tierra de cultivo produciendo más de lo que puede absorber el mercado. Mientras, el cultivo de esas cosechas excedentes incrementa la concentración de todo tipo de agentes químicos en la tierra, el agua y el aire. Pero los mentirosos verdes no mencionan eso.

Su verdadera agenda es mantener fuera a otras personas. Los constructores que facilitan a otras personas el ingreso a esas comunidades son tildados de egoístas y avariciosos. Los mentirosos verdes se consideran a sí mismos moralmente muy superiores a los promotores de viviendas.

©2006 Creators Syndicate, Inc.
* Traducido por Miryam Lindberg

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