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Los famosos desequilibrios mundiales

Deberíamos esperar antes el petardazo de China que de Estados Unidos.

Ya sabrá el lector que estamos, desde hace años, ante el riesgo de una posible corrección abrupta de los desequilibrios exteriores, con sus desastrosas consecuencias sobre la producción mundial. ¿Cuáles son estos desequilibrios? Básicamente, el gran déficit exterior americano y el gran superávit exterior de China. Estos desfases se han ido acumulando en el último decenio, y son el resultado de dos tipos de causas: unas, de las propias decisiones de los particulares; otras, de decisiones políticas. Estados Unidos es una economía libre y, por ello, las decisiones están descentralizadas en millones de consumidores y empresarios que actúan según los datos que la realidad les presenta. China es una dictadura y sus decisiones son, por el contrario, fruto de la orientación, si no de la injerencia, del gobierno chino.

Teniendo en cuenta esto, ¿por qué se empeña la inmensa mayoría de comentaristas en decir que la culpa la tiene EEUU, cuya su baja tasa de ahorro sería intolerable para el equilibrio mundial? Porque no ven más allá de la primera página del manual que un día estudiaron, el cual además justifica su orientación instintiva contra los useños. Los manuales de economía solían ser muy deficientes en cuestiones exteriores. Ahora han mejorado un poco, pero esencialmente mantienen un enfoque que lleva a determinar que cuando un país es deficitario, tiene la culpa él; cuando un país es excedentario, está haciendo algo bien.

Así sucede en los análisis China versus Estados Unidos. China es eficiente porque crece y está invadiendo de sus productos los mercados del gigante americano; éste es ineficiente, porque su déficit crece sin cesar. Esto es totalmente falaz. Veamos el porqué:

Primero, China impulsa artificialmente su competitividad a través de una política de acumulación masiva de reservas en dólares, para mantener su tipo de cambio depreciado. Aunque esto puede permitir a las autoridades chinas comprar tiempo, a la larga será un obstáculo creciente para una transición suave que, como demuestra la historia, el autoritarismo nazi-comunista nunca ha sido capaz de asimilar. Siendo realistas y poniendo nuestras miras en un horizonte de medio plazo, China es realmente el país que puede dar el susto, y no Estados Unidos.

Segundo, el déficit americano tiene dos razones: una es la mencionada deslealtad de China; otra, el enorme atractivo que ha supuesto para el inversor internacional, durante años, invertir en Estados Unidos, lo cual ha atraído hacia este país una gran cantidad de financiación a buen precio, tan bueno como que EEUU sigue cobrando más por sus activos exteriores que lo que paga por lo que le prestan. Esta financiación ha ido mayoritariamente a manos de particulares, pues, como hemos dicho, es una economía libre. Esto es comprobable en las cifras de financiación exterior. ¿Y que han hecho con el dinero recibido? Lo más racional que puede hacerse: comprar en los mercados mundiales –incluido China– los bienes de consumo y capital al mejor precio posible. Más barato, en todo caso, que si lo hubiera fabricado en casa.

En palabras más técnicas, son los flujos de capitales la causa del déficit de cuenta corriente, y no al revés. La razón por la que son tan atractivas las colocaciones en Estados Unidos es que, desde 1995, es el país de mayor crecimiento de la productividad. Esto, por su parte, se debe a la enorme capacidad –o libertad– de que disponen las unidades de producción para adaptarse a lo que en economía casi nunca se menciona pero que es crucial: lo imprevisible o, dicho de otra manera, la incertidumbre.

Así que, en nuestra opinión personal, deberíamos esperar antes el petardazo de China que de Estados Unidos. Esto no quiere decir que los americanos no puedan tener problemas: por ejemplo, como la mayoría, tiene un problema de financiación de pensiones; pero no es precisamente el país de peor perspectiva en esto; no hay más que mirar nuestro propio ombligo confederal. Mientras controlen su inflación y mantengan o aumenten el grado de libertad interna no tendrá problemas de financiación; seguirán siendo más dinámicos que la esclerotizada Europa. En este sentido, la deuda exterior, aparte de que no es la mayor del mundo en términos de PIB, es irrelevante mientras su coste financiero sea negativo, es decir, mientras la balanza de rentas sea positiva.

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