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Alberto Recarte

¿Crisis o mantenimiento del ciclo expansivo?

Nuestro ciclo, por tanto, sigue, y las probabilidades de un parón brusco, con retroceso en términos reales y pérdida significativa de empleo, se acrecientan. La economía española está entrando en un terreno desconocido.

La publicación de una serie de malos datos, en concreto el de la inflación, sobre la economía española la semana pasada, ha desatado una polémica sobre si se pueden interpretar en el sentido de que se ha producido un punto de inflexión negativo en nuestro crecimiento.
 
No hay que caer en el error, en mi opinión, de intentar sacar conclusiones de esa serie de datos, en algunos casos de un sólo mes, o incluso de un sólo trimestre, perdiendo de vista la tendencia de fondo.
 
I. Los últimos datos
 
No me parecen relevantes para el análisis ni el paro registrado, una variable condicionada por muchos factores, y entre esos la actividad económica no es la más importante, ni el paro en términos de EPA (Encuesta de Población Activa), porque la tremenda influencia de la inmigración en el conjunto total de personas que buscan empleo, le priva, también, de significación a la hora de detectar cambios en el nivel de actividad económica general.
 
Respecto a que el número de afiliados a la Seguridad Social se haya reducido en enero de 2006 en 32.000 personas frente a un aumento de 123.000 afiliados en enero de 2004 y 26.000 en enero de 2005, sí podría ser significativo pero, nuevamente, no podemos sacar conclusiones del dato por la situación de un colectivo importante de inmigrantes, para los que era muy conveniente estar dados de alta en la Seguridad Social en 2004 y 2005, ante la inminencia de un proceso de regularización. Conclusión, el dato del empleo nos dice poco sobre la situación de crecimiento o no de la economía en esta ocasión.
 
Los datos de inflación, en cambio, sí son relevantes. En 2005 el IPC terminó en el 3,7% de subida y en enero –un mes tradicionalmente de reducción por la influencia de las rebajas– ha vuelto a acelerarse, hasta un 4,2%, nada menos.  Es una noticia horrorosa para el futuro. Sólo es un dato bueno, a corto plazo, para 2006, para Hacienda, que verá como se vuelven a disparar sus ingresos tributarios, pues para ella lo relevante es lo que crezca el PIB nominal y en estos momentos es posible que esté aumentando más de un 7,5% en base anual. Dinero público, pues, a corto plazo, para pagar el desmantelamiento de la unidad política y económica española; dinero para poder transferir, sin agobios, recursos antes estatales, a todas las autonomías pero, en particular, a las de los amigos, a las controladas, –gobernadas es un término demasiado fuerte y neutral–, por los nacionalistas y por el propio PSOE. Buena noticia por tanto, la de la inflación para Rodríguez Zapatero, pues le permitirá disfrazar en 2006 las consecuencias fiscales del acuerdo con los separatistas catalanes.
 
No tenemos todavía los datos completos de actividad económica en 2005, pero parece que la economía ha crecido un 3,4%, apoyada, como desde hace años, en el consumo (crecimiento del 4,4%) y en la construcción, pero también en una mayor inversión en bienes de equipo. Y un agujero negro en el sector exterior. En artículos anteriores había comentado la deshonestidad intelectual del Ministerio de Economía, que llegó tan lejos como para pronosticar, a mediados de 2005, que el sector exterior iba a restar sólo el 1% al PIB en el propio año de 2005, y que en 2006 el porcentaje de reducción sería incluso menor. Nada avalaba este deseo político. A pesar de la sorprendente reclasificación de los gastos de turismo, ¡¡por error previo!!, según el Instituto Nacional de Estadística. El sector exterior ha restado al menos, el 1,8% del PIB, tras haberse producido –en los últimos meses– un ligero crecimiento de las exportaciones sobre la tendencia del resto del año y una también ligera disminución de las importaciones.
 
El otro dato significativo que nos falta todavía es el del déficit de la balanza por cuenta corriente. Si, finalmente, se sitúa entre el 7% y el 8% del PIB, habría alcanzado una cifra de entre 63.000 y 72.000 millones de euros. Un déficit del 7% del PIB significa que España está gastando, en consumo e inversión, un 7% más de lo que ahorra, endeudándose –en consecuencia– con el exterior, para mantener ese nivel de vida y esas inversiones. Un endeudamiento que no se nota en el día a día, porque se canaliza a través de las entidades financieras, bancos y cajas, que para seguir dando créditos en España acuden al endeudamiento en el exterior, donde continúa habiendo dinero abundante y barato.
 
La inflación, el sector exterior y el endeudamiento están relacionados. A mayor inflación, mayor déficit del sector exterior y mayor endeudamiento. ¿Se notará en el crecimiento de 2006? Más adelante lo veremos.
 
En 2005, pues, la economía española ha seguido creciendo con fortaleza, especializándose, todavía más, en la creación de empleo de baja calidad utilizando para ello, en buena parte, ahorro externo. 
 
II. Las perspectivas económicas para 2006
 
En los últimos meses se han producido algunos cambios que van a afectar a la actividad económica española en 2006.
 
En primer lugar, una ligera subida de los tipos de interés del euro. ¿Cómo cuantificar su importancia? Un cálculo imposible, aunque es posible hacer alguna consideración; una de ellas es cómo podría afectar al consumo de las familias esa subida, si se mantiene a lo largo de 2006. Si, por ejemplo, los tipos de interés de los préstamos hipotecarios subieran, en promedio, un 1%, como la deuda hipotecaria total alcanza ya los 700.000 millones de euros, eso se traduciría en 7.000 millones de euros, que habría que detraer del consumo. O, si se mantiene éste, tendría que aumentar, en la misma cantidad, el  endeudamiento. Una subida más pronunciada de los tipos de interés, que llevara el tipo de intervención del BCE al 4,5%, por ejemplo, el mismo tipo que el de la Reserva Federal para el dólar, significaría una afectación de entre 14.000 y 20.000 millones de euros que sería, nuevamente, o menor consumo o mayor endeudamiento; o una situación intermedia, obviamente. Una situación de este tipo –una subida de intereses de esa magnitud– no se va a producir en 2006 y, por otra parte, todo parece indicar que el consumo se va a mantener y que lo que volverá a dispararse será el endeudamiento.
 
La subida de los precios del petróleo y del gas en 2006 parece inevitable y afectará al sector exterior en forma de mayor déficit. La combinación de exportaciones afectadas negativamente por nuestra mayor inflación y de importaciones en aumento por el mantenimiento del consumo y el crecimiento de los precios del petróleo y gas, deberían traducirse en un mayor déficit del sector exterior, hasta suponer un efecto negativo sobre el crecimiento superior al 2% del PIB, frente al 1,1% que ha proyectado el Ministerio de Economía, que se amparaba, para hacer esa proyección, entre otras variables, en un petróleo a 55 dólares/barril, y una inflación en claro retroceso respecto a 2005.
 
Por otra parte, la economía europea no mejora con claridad; en concreto, Alemania parece estancada otro año más. Y ello afecta a nuestro crecimiento de forma negativa aunque, por otra parte, garantiza que el Banco Central Europeo no va a subir significativamente los tipos de interés, con lo que podremos seguir con nuestro desequilibrado modelo de crecimiento un año más.
 
¿Perspectivas? Crecimiento menor del que esperaba el gobierno (frente al 3,3% proyectado es posible que nos quedemos, de entrada, en el 3%), con un mayor consumo del que dice el gobierno (esperaba un 3,5% de crecimiento y volverá a ser superior al 4%), mayor inflación (rebajar, partiendo de su amenazador dato del 4,2%, va a ser complicado), mayor desequilibrio del sector exterior (que nos costará no el 1,1% del PIB sino posiblemente alrededor del 2%) y un mayor endeudamiento global de nuestra economía.
 
III. El riesgo de un parón brusco
 
Nuestro ciclo, por tanto, sigue, y las probabilidades de un parón brusco, con retroceso en términos reales y pérdida significativa de empleo, se acrecientan. La economía española está entrando en un terreno desconocido, con desequilibrios monumentales y fenómenos de una enorme intensidad, como la inmigración, de análisis muy complicado. El resultado es bienestar, otro año, a corto plazo y, nuevamente, unos ingresos descomunales para Hacienda, y un riesgo de caída dramática de la actividad en algún momento. Ese momento de ruptura ocurrirá por causas internas, si se quiebra la confianza de los residentes en España en el futuro, ya sea por razones políticas o económicas, o por razones externas, o por una combinación de ambas.
 
Entre las causas internas podemos enumerar las siguientes:
  • Estancamiento en el mercado compraventa de viviendas, ya sea con reducción de precios o con paralización de operaciones. Si eso ocurriera, el consumo disminuiría, pues los residentes en España considerarían que su patrimonio no es tan elevado como ellos habían creído.
  • Reducción del número de inmigrantes que están dispuestos a trabajar, lo que afectaría a toda la actividad, pero particularmente al sector de la construcción, al inmobiliario y al consumo.
  • Decisión de reducir su nivel de endeudamiento por parte de las familias, que consideren que no se justifica económicamente, dado el nivel de precios existente en la mayoría de activos, seguir endeudándose para invertir.
  • Incertidumbre política por el desmantelamiento de la unidad política y económica de España.
Pero  también puede haber causas externas:
  • Que la economía norteamericana, como desean muchos economistas progresistas desde hace muchos años, deje de crecer al ritmo que lo está haciendo.
  • Que la economía europea se recupere, como esperan esos mismos economistas progresistas desde hace más de diez años, lo que significaría una subida inmediata de los tipos de interés del euro y una afectación negativa para España.
  • Que, partiendo de los niveles actuales –en torno a los 60 dólares/barril– del petróleo, su precio vuelva a subir hasta los 80 ó 90 dólares el barril. A los tipos de cambio actual (1 euro = 1,21 dólares USA), una subida adicional de 20 dólares por barril, significaría una transferencia adicional de recursos al exterior por parte de la economía española de 9.000 millones de euros, el 1% del PIB. 
En ese caso, el sector exterior restaría cerca del 3% del PIB, en lugar del 1,8% actual.
 
En conclusión, podemos seguir creciendo con el actual modelo desequilibrado, pero cada vez dependemos más de que no falle ninguno de los múltiples factores que explican y sostienen muestro sorprendente ciclo expansivo. 

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