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Armando Añel

Helicópteros para el Eje del Bien

La izquierda ha sido particularmente efectiva en términos de imagen y discurso. Fidel Castro exporta galenos a casi cualquier rincón del mundo mientras al interior de Cuba la población padece no sólo la falta de medicamentos, sino de asistencia médica.

Finalmente, han arribado a Venezuela los primeros tres helicópteros de combate, de un lote de diez que Hugo Chávez tiene pactados con Rusia, y en Washington, Bogotá y demás capitales del mundo libre cunde una vez más la preocupación. "Son helicópteros que en términos militares se han denominado de asalto, pero que son helicópteros multipropósito –ha declarado el general Raúl Baduel, comandante general del ejército chavista–, que servirán indudablemente para apoyo en tareas del desarrollo nacional". No se sabe muy bien por qué Miraflores escoge para "tareas de desarrollo nacional" helicópteros de asalto, a no ser que se trate de desarrollar –infiltrar– la llamada "revolución bolivariana" en campo enemigo. En cualquier caso, seguramente el Eje del Bien dispone de medios adicionales para llevar a vías de hecho este último propósito.

Porque la guerra del Eje del Bien, como ha llamado Chávez al avance de la izquierda radical en la región, es también la guerra por otros medios. En este sentido, en momentos en que el neopopulismo latinoamericano arriba en bloque y a través de las urnas al poder, la guerra mediática se insinúa como la más efectiva. Téngase en cuenta que el fracaso durante los años noventa del experimento neoliberal –si se acepta la denominación en su vertiente clientelista o mercantilista–no sólo se debió a errores de concepto y aplicación, que fueron muchos y decisivos, sino, también, a la eficacia mediática de la izquierda. El neoliberalismo latinoamericano se caracterizó por desconocer o interpretar erróneamente muchas de las propuestas del liberalismo clásico, ciertamente, pero el neopopulismo latinoamericano contribuyó significativamente a su caída interponiéndole una y otra vez las zancadillas del discurso ilusionista. Un discurso que antepone la teología colectivista, tan cara a la cultura regional, a los rigores de la responsabilidad ciudadana.

En el ámbito mediático, la nueva ola neopopulista ha ejercido una ascendencia hasta ahora incontestable. La izquierda ha sido particularmente efectiva en términos de imagen y discurso, y sin duda lo seguirá siendo. Evo Morales anuncia una considerable rebaja de su salario presidencial. Fidel Castro exporta galenos a casi cualquier rincón del mundo mientras al interior de Cuba la población padece no sólo la falta de medicamentos, sino incluso de asistencia médica. Entre las más recientes muestras de solidaridad bolivariana figuran la entrega de un nuevo hospital a Uruguay, el ofrecimiento de millones de dólares a los damnificados por el huracán Katrina en los Estados Unidos y de combustible subsidiado para la calefacción de familias de bajos ingresos en Boston y Nueva York. Según diversos analistas, en los últimos años Caracas habría desembolsado no menos de 5.000 millones de dólares en inversiones y dádivas energéticas fuera del territorio nacional. Para los estrategas del Eje del Bien proyectar –ilusionar– es la mejor manera de encubrir, y a ello se aplican con una intensidad digna de mejor causa.

Todo esto se sitúa en la estela de la "Batalla de Ideas" implementada años atrás por La Habana y actualmente llevada a la arena internacional por el castrochavismo. En esta cuerda, se anuncia que Venezuela lanzará próximamente desde China, con tecnología del gigante asiático, su primer satélite de comunicaciones. Simón Bolívar, como ha sido bautizado el artefacto, contribuirá a contrarrestar una influencia estadounidense que arriba a América Latina a través de la televisión por cable y otros canales divulgativos, según versiones del susodicho Eje del Bien.

La guerra es la guerra de las imágenes, diseminada por los helicópteros de asalto del discurso ilusionista, y el campo de batalla reluce al sol del petróleo venezolano.

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