Menú
Amando de Miguel

De re pública

No me gustaría ser el sucesor de Eduardo Fungairiño porque significará que su mayor mérito será sobre todo la sumisión al Gobierno. Será, el resto de su vida, 'el que pusieron cuando echaron a Fungairiño'.

José Mª Navia Osorio (colaborador de plantilla) me envía una emilia que es un homenaje a Eduardo Fungairiño, un acérrimo libertario, en el sentido que aquí damos a ese término. Dice don José María, y lo suscribo, a propósito de la forzada dimisión de Fungairiño: "Perdemos a un hombre imparcial y defensor de la legalidad en un puesto clave. Una dimisión elegantísima y señorial […] No me gustaría ser el sucesor de Eduardo Fungairiño porque significará que su mayor mérito será sobre todo la sumisión al Gobierno. Será, el resto de su vida, 'el que pusieron cuando echaron a Fungairiño'. Le pido que le transmita el apoyo y la admiración de los colegas". Naturalmente, los colegas son aquí los otros corresponsales, los libertarios más decidores. Creo que estamos todos con Fungairiño, el Ironside de nuestro Areópago.

Fuensanta Arróniz me pregunta por mi interpretación de un dato que aparece en la última encuesta del CIS: "El líder político más valorado es Zapatero con un 5,01 [en una escala de 1 a 10]. Seguido de Mariano Rajoy con un 4,10 y Gaspar Llamazares con un 3,91". Esa pregunta de la nota escolar a los políticos resulta muy poco válida. Suele suceder que el líder popular recibe muchos "unos" por parte de las personas de izquierdas, lo que hace bajar la media. En cambio, las personas de derechas no suelen tener esa animadversión contra los líderes de la izquierda. Pero, insisto, la preguntita no suele tener una gran validez. Personalmente yo no suelo analizarla. Las preguntas mejores serían:

─ ¿Qué partido político preferiría que ganara (o que no ganara) las elecciones?
─ ¿A qué partido político votan las personas que más aprecia usted?

Desgraciadamente, esas preguntas no suelen incluirse en las encuestas al uso.

Jesús García Iglesias arguye que el "adiós" como fórmula de despedida coloquial no decayó en el bando republicano durante la guerra civil. Por tanto no tuvo que ser reintroducida por el bando ganador después de la guerra. El asunto es discutible, pero lo es menos que actualmente declina esa fórmula entre la gente joven, sustituida por el "hasta luego" o el "chao". Visto así, es como si moralmente, después de dos generaciones, la guerra la hubieran ganado los republicanos. Es una curiosa intromisión de la política en el habla.

Javier Carrascón me envía copia de la carta que han dirigido, él y su mujer, al director de la sucursal de la Caixa con la que trabajan. Resalto algunos párrafos por lo pertinentes que son para el debate político actual:

"La presente es para comunicarle que deseamos cancelar la cuenta corriente abierta en esa oficina a nuestro nombre. Estamos personalmente muy satisfechos del funcionamiento de esa oficina y de nuestras relaciones con ella. Los motivos por los que deseamos dar por concluida nuestra relación con La Caixa no tienen, por tanto, ninguna relación con nuestra experiencia particular como clientes suyos, y sí, en cambio, con la política general que mantiene esa entidad.

La Caixa paga en Cataluña sus impuestos, apoya para esa comunidad un nuevo Estatuto que impedirá que estos impuestos se empleen en el bien común de todos los españoles y, financia además a partidos cuya política declarada es separar a Cataluña del resto de España y favorecer la insolidaridad, la exclusión y la hostilidad de esa región hacia todo lo español. No deseamos financiar con nuestro dinero esa política, ni apoyar con nuestra clientela estas ideas, ni que nuestro país sea colonizado por quien no quiere formar parte de él.

Se ha hecho público que La Caixa ha condonado seis millones de euros de intereses a un partido político. Quien ocupaba un alto cargo de ese partido cuando la deuda fue contraída es, ahora que se condona irregularmente, el Ministro que ha de decidir en una operación de la que La Caixa es la principal beneficiaria. A nuestro juicio ese trato de favor es injustificable e incurre plenamente en lo delictivo. Como depositarios que confían a La Caixa su dinero, nos alarma la alegría con que parecen regalarlo. Y como clientes que han pagado religiosamente todas sus cuotas en dos operaciones de préstamo con esa entidad, nos ofende y nos discrimina que se perdone a los poderosos lo que se nos exige rigurosamente a quienes no lo somos.

Crea que lamentamos sinceramente el perjuicio que de esta decisión nuestra pueda causar a usted y a los restantes empleados de esa oficina, y reciba, con toda nuestra consideración, un atento saludo".

Javier Velázquez me envía un sucedido de los tiempos de la guerra civil que, por una vez, nos hace sonreir. Lo transcribo tal cual.

En aquellos días en los que el Frente Popular se hizo con el control de la República, había en una carretera cercana a Madrid un control formado por varios milicianos cuya misión era comprobar la documentación de los que por allí pasaban. Una vez comprobada ésta, se la devolvían a su propietario quien, aliviado al no ser detenido, saludaba al jefe del control con un "adiós". El jefe, malhumorado, volvía a detener el coche y le recriminaba al pobre conductor: "Compañero, ese saludo es fascista. Ahora debes decir "¡Salud, camarada!" El hombre, muy cortado, repetía débilmente: "Salud, camarada" Y le dejaban marchar.

Así varias veces durante el día. Todos incurrían en el "saludo fascista". Hasta que en una ocasión, un conductor al recoger su documentación se dirige al jefe del control y le dice claramente: "¡Salud, camarada!". Este, muy satisfecho exclama: "¡Vaya, gracias a Dios que hay uno que saluda correctamente!"

Añade don Javier para su coleto: "Con la que está cayendo, cada día estamos más cerca de repetir escena tan boba".

En Sociedad

    0
    comentarios