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Agapito Maestre

Mentira, salvajismo y demagogia

La simulación de la señora Fernández de la Vega y sus compañeras es tan grosera que limita con el esperpento. El disimulo de Peces Barba es más propio de un gobernador chavista de Venezuela que del representante de las víctimas del terrorismo.

Hubo un tiempo en que la mentira del gobernante, como nos enseñara Platón, era lícita cuando era útil para los gobernados. Ese tiempo ya pasó para España. La singularidad básica de la mentira política del Gobierno de Zapatero es de otra naturaleza. No se trata de buscar utilidad, sino de mentir para mantenerse en el poder. No se trata de buscar un bien a través de la mentira, sino de sustituir los hechos, de negar la verdad de la evidencia, de lo fáctico, para perpetuarse en el poder. Es un hecho, o mejor, una "verdad de hecho", por ejemplo, que en una nación no puede haber dos naciones, pero Zapatero dice lo contrario, o sea, sustituye la realidad por la mentira y sigue funcionando como si aquí no pasara nada. ¡Vaya si pasa! Estamos asistiendo a un cambio de régimen político. Estamos asistiendo a la aparición de un régimen autocrático basado en la mentira.

Aparte de las intervenciones de Zapatero en el Congreso negando la evidencia de que el Estatuto de Cataluña reconoce dos naciones, o sea, un atropello a España, hay dos ejemplos recientes de mentira que hacen daño a quien tenga un mínimo de sensibilidad democrática. En efecto, sólo un demagogo, alguien que compara asuntos incomparables, o alguien que sustituye la realidad por la mentira, puede dejar pasar por alto la "protesta circense" de las diputadas socialistas y comunistas. No es anecdótico el número teatral organizado por la señora de la Vega y sus compañeras en las Cortes. Tampoco las declaraciones de Peces Barba son una anécdota, cuando desprecia a quienes levantan acta de la impericia, o peor, el engaño al que está siendo sometido el juez instructor de la causa del 11-M.

He ahí dos conductas que reflejan con exactitud la "política" de un gobierno basado en la mentira. Simular o hacer que parezca lo que no es, por ejemplo, llamarle "machista" a Zaplana por la utilización de una metáfora sobre la vestimenta de la vicepresidenta, o bien disimular, o sea, hacer que no parezca lo que es, por ejemplo, Peces Barba ocultando las irregularidades de un sumario que huele a podrido, son las principales armas del régimen que lentamente está imponiendo Zapatero. La simulación de la señora Fernández de la Vega y sus compañeras es tan grosera que limita con el esperpento. El disimulo de Peces Barba es más propio de un gobernador chavista de Venezuela que del representante de las víctimas del terrorismo. Malo es el número de las diputadas, pero es aún peor la inmoralidad en la que cae Peces Barba al descalificar a quienes se preocupan por la limpieza de la investigación judicial del crimen más horrible de la historia de España.

El cambio de régimen político es, pues, sencillo de sistematizar: la mentira totalitaria empieza a ocupar el puesto de la mentira política de origen clásico.

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