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Emilio J. González

Una herencia dilapidada

Zapatero heredó del PP una economía que gozaba de buena salud y que solo necesitaba una serie de ajustes para seguir funcionando a la perfección. El solito está dilapidando esa herencia no solo por lo que no hace sino también, por desgracia, por lo que ha

La economía española sigue viviendo tiempos de alegría pero, en medio de tanto sol, en el cielo ya se ven algunas nubes con no muy buen aspecto. El crecimiento económico actual, generador de empleo y bienestar, esta basado, sobre todo, en el consumo privado, en un modelo no demasiado sano que puede empezar a hacer aguas en cualquier momento si no se complementa con nuevos impulsos a la inversión y a la exportación. Y no se trata de ser catastrofista, sino de entender las cosas como son, entre ellas que el Gobierno no ha hecho nada para remediar una situación que se veía venir de lejos.

El motor actual del crecimiento económico español es el gasto de las familias, justo donde están apareciendo las nubes. La más clara, sin lugar a dudas, es la hipoteca. Según los datos provisionales del Banco de España, el euribor, el tipo de interés que sirve de referencia para los créditos hipotecarios, se situó en marzo en el 3,105%, el nivel más alto desde octubre de 2002, frente al 2,335% en que se encontraba un año antes. En términos porcentuales, parece que esta subida no es muy importante y que, pese a ella, los tipos hipotecarios siguen siendo bajos. Es verdad, pero si se traslada el impacto de dicho incremento a las cuentas familiares, la cosa cambia: la letra del piso se ha encarecido en el último año en 47 euros al mes y en 564 euros anuales. Estas cantidades ya empiezan a ser bastante significativas para las economías domésticas y si tenemos en cuenta las previsiones de los analistas, que estiman que el euribor llegará al 3,5% en verano y al 4% a final de año, el impacto será todavía mayor.

Esas subidas se abren paso en las economías domésticas a costa de restringir el consumo, ya que el ahorro está bajo mínimos con un endeudamiento de los hogares en máximos históricos. Además, el encarecimiento de las hipotecas se suma a un segundo factor que también ha afectado a la capacidad de consumo de los hogares: la carestía del petróleo, que afecta al precio de la gasolina, al del petróleo para calefacción y al del gas natural para uso doméstico. Y si ahora empieza a debilitarse el consumo privado, ¿quién va a sustituirlo como motor del crecimiento económico, de la generación de puestos de trabajo y de bienestar para el conjunto de la sociedad?

Lo lógico sería que tomaran el relevo las exportaciones y la inversión. Por desgracia, hoy por hoy esto no parece muy posible, ya que la economía española sigue perdiendo competitividad día tras día mientras el Gobierno no hace nada por remediarlo. La situación actual se veía venir desde el principio de la legislatura, por lo que era necesario seguir avanzando en las reformas estructurales desde el primer momento. Sin embargo, el Ejecutivo no ha hecho nada al respecto: no hay medidas para introducir más competencia en los mercados ni para flexibilizar el funcionamiento de los mismos, con el fin de reducir una inflación que supera en más de un punto a la media de la Unión Europea, como tampoco hay nuevos avances en la necesaria reforma laboral, que al Gobierno se le pone cada vez más difícil después del "trágala" impuesto a los empresarios con la ley de igualdad y de unos sindicatos que, por ahora, no están por la labor de pactar nada en ese sentido.

El Gobierno ha cometido un error estratégico en este sentido. La intención inicial de Zapatero era que la legislatura no durase más de tres años, como mucho, por lo que optó desde un principio por no abordar medidas polémicas que pudieran restarle votos, al menos en el terreno económico. Ahora resulta que el escenario es distinto, han dejado la casa sin barrer y ahora no hay demasiado tiempo para hacerlo porque ya se ha consumido más de la mitad de la legislatura y estamos entrando en esos tiempos políticos en que las decisiones que se toman son las más electoralistas. La lógica económica no entiende de estas circunstancias y exige medidas ya para empezar a enderezar las cosas antes de que los males vayan a más. Por desgracia, lo que impera es una lógica política absurda en la que, además de la ausencia de medidas, impera la arbitrariedad y los riesgos regulatorios, tal y como está dejando claro el Gobierno en todo el asunto de las OPAs de Gas Natural y E.On sobre Endesa.

Zapatero heredó del PP una economía que gozaba de buena salud y que solo necesitaba una serie de ajustes para seguir funcionando a la perfección. El solito está dilapidando esa herencia no solo por lo que no hace sino también, por desgracia, por lo que hace.

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