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Amando de Miguel

El origen de las palabras

Los niños que rompen a hablar manejan unas pocas sílabas y se atienen a las palabras de una o dos sílabas. De ahí Paco (Francisco) o Charo (Rosario).

Ignacio Frías me ilumina un rincón de ignorancia que yo desplegaba a propósito de una consulta sobre "aceralia". El sufijo "alia" se refiere en griego a "reunido" o "conjunto". Así pues, "parafernalia" es literalmente el conjunto de bienes que, junto a la dote (ferné), lleva la novia al matrimonio. Deduce don Ignacio, con muy buen juicio, que ciertas palabras inventadas (aceralia, juvenalia) dan una idea correcta del conjunto de productos. Ya de puestos, sostiene don Ignacio que "deberíamos ir acuñando el término manifestalia para englobar a las manifestaciones que reúnen más de un millón de personas que protestan contra el sectarismo que nos preside".

Marga Estrada arguye que la palabra pasma (= policía) quizá venga de la contracción de policeman (= policía en inglés). No lo creo. Es una voz muy castiza que en su origen significaba la persona que estaba de centinela en un recinto militar. el "pasma" era así llamado por su postura hierática o inmóvil. Seguramente lo llamaban así en caló.

Marcelino me pide algunas precisiones sobre el nombre de Manes, fundador del maniqueísmo. Se trata de una secta gnóstico, sincrética, fundada por un tal Manes o Mani, del que se sabe poco, y que vivió en Persia (el actual Iraq) durante el siglo III. La doctrina maniquea se basaba en la dualidad bien-mal y se proyectaba con prácticas ascéticas. En España tuvo un influyente representante, Prisciliano, que vivió en el siglo IV. El maniqueismo se extendió hasta China y por todo el Imperio Romano, pero se extinguió en la Edad Media. San Agustín pasó por una fase maniquea. Es común la observación de "inventar un maniqueo para luego rebatirlo", un truco de mal predicador y que emplean otras muchas personas como arma dialéctica. Alguna vez he aludido a que mi contrincante recurría a ese truco, pero el hombre me respondió indignado: "¡Yo no soy maniqueo!".

José Antonio Martínez Pons añade el bonito nombre de Rosario como nombre de mujer. Pregunta: "¿de dónde procede el horrible diminutivo Charo?". Hombre, a mí no me parece horrible. No se trata de un diminutivo (sería más bien Rosarito) sino de un hipocorístico, esto es, la versión infantil y familiar de "Rosario". Los niños que rompen a hablar manejan unas pocas sílabas y se atienen a las palabras de una o dos sílabas. De ahí Paco (Francisco) o Charo (Rosario). Normalmente, esa reducción la hace el niño respecto a su propio nombre, una de las primeras palabras que aprende.

César Rodríguez Docampo me pide que le aclare la expresión "voy a escaparme a la isla de San Borondón" o similares que él introduce en alguna de sus novelas. El tal San Borondón (o también San Brendan o Brandan, en gaélico Brénaind) fue un abad o ermitaño de la mitología céltica. Vivió en el siglo XI en Irlanda y Escocia. A través de una serie de leyendas se difundió la idea de un San Borondón, viajero por el Atlántico. La mítica isla o ínsula de San Borondón pudo haber estado en las Azores, en las Canarias o en la costa norteamericana. La expresión ha quedado como prototipo de un lugar imaginario o fantástico al que se anhela ir para descansar y soñar. En mi novela Historia de Daisy sitúo mi particular ínsula de San Borondón en Chéjov, un huerto de cerezos que visualizo en Jerte. Allí estaré con Daisy, una criatura de mi imaginación. ¿O fue ella la que me dibujó en el "mapa del tesoro"?

Francesc Barbero Escrivá se extiende sobre el origen del adjetivo grogui (= aturdido, atontado por los golpes, adormilado, bebido) o groggy (= lo mismo en inglés). Don Francesc relata la historia original del almirante Vernon, de la Armada británica en el siglo XVIII, apodado Old Grog. No se sabe si el apodo le venía de que era un borrachín (grog equivale a ron) o a que llevaba una casaca de grogram (= seda y lana).

Don Francesc añade otra curiosa historia referida a Cataluña:

A partir del siglo XVIII se estableció un comercio triangular muy lucrativo para catalanes e ingleses en el que el aguardiente tenía un papel clave: los ingleses traían del nuevo mundo algodón para la floreciente industria textil catalana y desde Cataluña cargaban paños (las conocidas indianas) y aguardiente (del que era centro productor la ciudad de Reus). Este último se utilizaba para adquirir esclavos en África, ya que los ingleses habían extendido su consumo entre las tribus locales que eran quienes vendían como esclavos a las tribus rivales. El triángulo se completaba con el viaje a América de los esclavos y la vuelta con algodón y otros productos. El aguardiente de vino suele ser transparente, pero el aguardiente de baja calidad contiene elementos como la raspa de la vid, e incluso hojas, que le conferían color amarillento. Entre la marinería inglesa se le conocía simplemente como el "groc" [amarillo en catalán] para distinguirlo del transparente.

La historia tiene interés, aunque me parece un tanto rebuscada.

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