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EDITORIAL

Otegi recuerda el precio del pacto

Mientras Zapatero y su gobierno dedican bellas palabras al cambio de actitud de Batasuna, Otegi recuerda los irrenunciables objetivos del condicionado alto el fuego de ETA.

Arnaldo Otegi jamás ha condenado, ni se ha arrepentido ni ha pedido perdón por los delitos que ha perpetrado, ya fuesen atracos, bombas contra Iberduero, o el secuestro del empresario Luis Abaitúa. El actual máximo representante político de Batasuna/ETA siempre ha enmarcado aquellos delitos, así como las causas judiciales que aún tiene pendientes, en la lucha por lograr una "Euskal Herría independiente". La misma justificación que ha brindado y sigue brindando al millar de asesinados por sus compañeros de banda.

Que la apología del terrorismo de este indeseable, que justifica el "alto el fuego" de ETA con las mismas tácticas razones con las que justifica los crímenes y las pasadas treguas de la banda, sea presentada por José Luis Rodríguez Zapatero como "el discurso de la paz que ha abierto una nueva etapa en Euskadi", es la penúltima muestra del grado de ilegitimidad e indignidad en la que se mueve el gobierno del 14-M.

No contento con el maquillaje a cargo del presidente, el secretario de organización del PSOE también tenía hace dos días bellas palabras para este forajido compañero de viaje. Como si de un arrepentido Pablo de Tarso se tratara, José Blanco se ha referido a Otegi diciendo que "la gente tienen derecho a poder haberse equivocado en el pasado e incluso a renunciar al pasado". Eso mientras insistía en mantener que la de Batasuna "es una clara apuesta de paz".

Si el martes ETA recordaba en un zutabe interno las condiciones del "alto el fuego" –autodeterminación y amnistía total–, este miércoles ha sido el propio Otegi el que dejaba en evidencia lo poco que renuncia al pasado. En actitud desafiante, el portavoz de la ilegalizada Batasuna ha dicho que si Zapatero tiene que hacer "verificaciones", también ellos tienen que verificar que los estados francés y español "están dispuestos a aceptar y respetar si la mayoría del pueblo vasco decide reunificarse en un Estado independiente".

Tanto si el gobierno del 14-M rinde la nación española a los objetivos de los separatistas, como si se limita a crear una falsa ilusión de paz a los ciudadanos a costa de aumentar las esperanzas de ETA, la indignidad de este gobierno es manifiesta. El gobierno podrá mentir y maquillar la realidad del chantaje de ETA tanto como exija el hecho de tenerlos como compañeros de viaje en ese electoralista y mal llamado "proceso de paz". La realidad es que ETA jamás mató por matar, sino por la esperanza que en España le brindaba la oferta de un final dialogado de la violencia. La realidad es que los objetivos de ETA siguen siendo los mismos y que toda realidad ignorada, como decía Ortega, prepara su venganza.

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