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Aurelio Alonso Cortés

Un observatorio preocupante

Lo paradójico es que la bonanza creada por el Gobierno de Aznar entre 1996 y 2004 se vuelve en contra del PP en la medida en que es bastante, por sí sola, para sostener en el poder cuatro o cinco años al clan ZP.

La quinta reunión del Observatorio Económico de FAES, celebrada este miércoles en un hotel madrileño, ha permitido observar, valga la redundancia, el desconcierto de numerosos militantes y ex altos cargos del PP, así como del público en general entre el que me encontraba, al conocer ciertas paradojas económico-políticas. Alberto Recarte, Juan Iranzo, Luis de Guindos, Francisco Cabrillo y Joaquín Trigo –cinco economistas para una delantera de lujo que para sí quisiera cualquier equipo pendiente de ascenso– nos pusieron al tanto de la optima salud de la economía española. Como españoles brindamos los asistentes por tan grato panorama, aunque salimos preocupados por el beneficio colateral para la continuidad de un Gobierno que atenta a la unidad nacional. Y es que se le daba por desahuciado a corto plazo con el sólo aumento de un par de puntos en el interés hipotecario.

La economía española está boyante y en luna creciente desde hace más de diez años, solo comparable en crecimiento con la de Australia y Estados Unidos dentro de los países desarrollados. Salvo que la oposición se ponga las pilas, el Gobierno tiene cuerda para rato mientras desmonta la nación, aun sin hacer nada en economía. Los citados ponentes coincidieron en que el crecimiento seguirá en torno al 3% para el 2007 y años sucesivos aunque el Ejecutivo "no ha hecho nada en materia de política económica y se han perdido dos años". ¡Anda que si hubiera trabajado algo en ello! Poco importa al Ejecutivo que España esté afectada de una alta inflación, el petróleo haya doblado su precio, la balanza comercial tenga un déficit galopante de 6.000 millones de euros, la productividad esté por debajo de la media europea, haya un exceso de regulaciones y la industria esté en declive. Lo que interesa al Gobierno es poder gastar cada día más porque han aumentado los ingresos de impuestos hasta permitir un superávit del 1% del PIB que pudo ser mayor de haber evitado despilfarros.

A muchos ciudadanos poco parece afectarles, de momento, que España se desintegre. Es más, descalifican a quienes nos atrevemos a denunciarlo. Están anestesiados por el fútbol y siguen en su ensoñación de nuevos ricos como propietarios de uno o varios pisos con préstamo hipotecario. Gracias precisamente a tan alta inflación podrán devolverlo devaluado dentro de 30 o 40 años, bien el mismo titular, bien sus hijos o sus nietos. Pero, ¿qué quedará de España para entonces? Los más inquietos agradecen el cloroformo del llamado "proceso de paz" que no es más que un señuelo.

Lo paradójico es que la bonanza creada por el Gobierno de Aznar entre 1996 y 2004 se vuelve en contra del PP en la medida en que es bastante, por sí sola, para sostener en el poder cuatro o cinco años al clan ZP, pese a los muchos problemas que crea en su reformismo alocado y de salón. Antes se habrán celebrado las elecciones y el bienestar residual favorecerá al PSOE. Por ello es urgente calcular e informar a los españoles de los efectos que la división nacional producirá poco después sobre sus ensoñaciones. Solo así podrán votar con conocimiento de causa.

FAES, como organizadora del Observatorio objeto de mi comentario, pudo delinear posibles estrategias de respuesta política en situación de crecimiento económico, al mismo tiempo que presentó sus análisis. Observatorio tiene una acepción militar que lo define como posición destacada desde la que dirigir el tiro a partir de los datos que desde ella se perciben. Tal estrategia sería esencialmente de regreso a los principios morales quebrantados por el Gobierno ofreciendo, sin complejos, la recuperación del sentimiento de unidad nacional. Comunicaría también las deseconomías, cuantificables, de la No-España. Apuntando el tiro a lo que esperan los millones de españoles a los que se está ninguneando por ser eventuales votantes del primer partido de la oposición.

¿Qué ha sido del blindaje de la Constitución española que no hace mucho predicaba el PP? Hay que blindarla como se proponen hacer los alemanes que sufren un Estado federal en una Constitución impuesta por los vencedores de las guerras mundiales. Aquí la nuestra es resultado de supuestas transacciones influidas por una contienda civil que, como se ve, no ha servido siquiera para mantener una unidad de siglos.

Hay otra estrategia esencial. Antes de que emerjan los estatutos del País Vasco, Andalucía, Galicia y Canarias siguiendo el rupturista modelo catalán, las autonomías con gobiernos del PP debieran reafirmar su españolidad y renunciar a competir en el "y yo más".Madrid y su valerosa presidenta Esperanza Aguirre ya han anticipado que mantendrán su vigente Estatuto.

A la estrategia de principios debe seguir la de selección interna de dirigentes a los que Alberto Recarte califica como "parte blanda del PP" en su análisis, hoy en portada de Libertad Digital, "El acoso a los dirigentes del PP y la ruptura de España". Sobran los que actúan a partir del convencimiento de que "las próximas elecciones generales están perdidas". Pues no lo están. Siempre que Rajoy en su acción diaria muestre la misma energía que despliega en el Congreso de los Diputados. Sin temor a aparecer como duro. Como ha dicho el cardenal Cañizares, la unidad de España es una cuestión de conciencia.

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